En la segunda vuelta de la elección presidencial, pueden votar este domingo quince millones de chilenas y chilenos pero los pronósticos coinciden en que solo acudirán a las urnas entre seis y siete millones. Si en la primera vuelta del 21 de noviembre la participación fue del 47%, ahora se podría aspirar a un 48 o un optimista 50%.

El candidato de la extrema derecha, José Antonio Kast, obtuvo el 27% y Gabriel Boric, candidato de la izquierda, el 25%. La diferencia entre Kast y Boric fue de alrededor de cien mil votos. Ambos candidatos tienen por donde crecer. Habrá que ver si logran convocar a quienes se abstuvieron en noviembre.

Kast puede conseguir el apoyo de la derecha tradicional, de segmentos de la Democracia Cristiana, de la ‘familia militar’, del mundo evangélico y de zonas rurales. También de quienes votaron en la primera vuelta por el financista Franco Parisi, un personaje que vive en Estados Unidos, que nunca pisó territorio chileno durante la campaña y que está denunciado, con orden de arraigo, por no pagar la pensión de sus hijos.

Boric captó ya el porcentaje de votos de las fuerzas socialdemócratas, democristianas, progresistas y de izquierda que en la primera vuelta votaron por otros candidatos. Sumaría los sufragios de sectores de izquierda, del movimiento social y del mundo juvenil que no simpatizan del todo con él políticamente pero ante la amenaza ultraderechista le darán el voto. También podría crecer en sectores socioeconómicos bajos y medios, en áreas rurales, en el mundo de los trabajadores y cuenta con un sólido respaldo desde sectores feministas, de la cultura y la ciencia, de profesionales, intelectuales y el mundo académico.

Una enorme sorpresa sería que Gabriel Boric ganara por un buen porcentaje, algo que se percibe como posible dado el despliegue territorial y la movilización social de estas semanas: 800.000 visitas casa por casa, promoviendo su programa y su candidatura.

Kast y el presidente del derechista partido Renovación Nacional, Francisco Chahuan, plantearon que podrían recurrir a los tribunales electorales, aplicando la receta de Donald Trump: desconocer los resultados y judicializar el proceso electoral chileno. El candidato de la extrema derecha estuvo en Washington con el senador ultraconservador Marco Rubio que respaldó a Trump en sus maniobras de sabotaje electoral.

En Chile se juegan dos proyectos de país totalmente contrapuestos. El de Boric, con una propuesta transformadora, antineoliberal, de consagración de los derechos sociales y de impulso para el proceso hacia una nueva Constitución. Y el de Kast, un proyecto regresivo y autoritario para torpedear el proceso constituyente y consagrar el neoliberalismo y las privatizaciones en la salud, la educación y las pensiones. Una elección presidencial estratégica para el futuro del país.

Periodista / Santiago de Chile