Nada sucede por casualidad. Entrevistas, intervenciones y discursos (1988-1998)
Julio AnguitaAtrapasueños

“La memoria política de varias generaciones está impregnada de las enseñanzas, intervenciones y los discursos de Julio Anguita (…) Nunca muere quien ha dejado imborrable huella entre su pueblo, quien forma parte de la historia”, escribe Enrique Santiago en el prólogo del libro Nada sucede por Casualidad, que se presentará el 2 de abril en la Fiesta del PCA, en Córdoba. Este libro, editado por Atrapasueños, con la colaboración del Archivo Histórico del PCE, recoge una parte de esa impronta a través de los escritos, entrevistas y discursos de Julio durante su etapa como Secretario General del PCE entre 1988 y 1998. Anguita fue tan admirado por la gente como atacado por los grupos económicos y los medios de comunicación, pero él “siempre se mantuvo firme, gracias a sus poderosas armas: la ética y la convicción”.

“El compromiso del PCE no puede ser otro que continuar el trabajo de emancipación de la clase obrera donde él lo dejó, así como seguir difundiendo las ideas que Julio defendió durante toda su vida. Anguita es patrimonio de toda la izquierda, en España y fuera de nuestras fronteras, profundamente dialéctico, nunca fue ortodoxo sino radical. Siempre defendió la política de convergencia, la construcción de unidad popular y la suma de los esfuerzos de todas las personas que queremos acabar con este cruel sistema capitalista y crear un sistema socialista”.

Este es el prólogo íntegro de Enrique Santiago

PRÓLOGO

Anguita nos enseñó que la unidad es no solo posible sino imprescindible.

No se puede comprender la historia reciente de España sin la figura y las ideas que defendió Julio Anguita como alcalde, diputado o al frente del Partido Comunista de España e Izquierda Unida, anteponiendo el bien común como línea roja a la hora de tomar partido, partido por su pueblo, por la clase trabajadora.

La memoria política de varias generaciones está impregnada de las enseñanzas, intervenciones y los discursos de Julio Anguita, una selección de los cuales están recogidos en este volumen de la editorial Atrapasueños con la colaboración del PCE.

España sigue arrastrando los problemas que él ya nos advirtió a finales de los años noventa cuando dirigía IU y el PCE: la falta de separación Iglesia-Estado, las dolorosas consecuencias del Tratado de Maastricht y el incumplimiento de los derechos consagrados en la Constitución. Su discurso, vigente casi 25 años más tarde, anunciaba el estallido social que llegó tras la crisis de 2008.

Denunció incansablemente el horror de las guerras, resultado de las políticas imperialistas del capitalismo, siempre interesado en apropiarse de las riquezas y recursos naturales de todo el planeta, sin respetar la soberanía de los pueblos se encuentren donde se encuentren.

Por decir verdades incómodas, por desvelar las nefastas consecuencias que las políticas neoliberales iban a tener para el pueblo español, Julio fue atacado de forma inmisericorde por grupos económicos y medios de comunicación, descalificando sus sólidos argumentos.

A pesar de todo, Julio siempre se mantuvo firme, gracias a sus poderosas armas: la ética y la convicción. Porque Julio fue un comunista coherente. Honesto, íntegro y sobrio. Se consideraba uno más en una sociedad en la que había que desterrar los dioses, reyes y tribunos.

Esta coherencia se pudo ver en su propio itinerario personal. Cambió las aulas por la tribuna política, desde la que hacía pedagogía histórica para explicar el presente y, cuando concluyó su mandato, volvió a su trabajo en un instituto hasta jubilarse con su pensión de profesor.

Impecable en el trato, firme en la defensa de los principios laicos, republicanos y socialistas, los verdaderos ejes para un mundo que Julio quería cambiar radicalmente. Muchas fueron las aportaciones de Julio Anguita al debate político para la emancipación de la clase trabajadora. A continuación vamos a destacar algunas de ellas especialmente relevantes.

En primer lugar, la importancia del programa político, en sus dos vertientes: la de la concreción de sus contenidos y la de la elaboración colectiva. El programa, entendido como síntesis de un compromiso con la sociedad, y en su dimensión electoral, considerado un contrato inviolable con los votantes. Los acuerdos programáticos son desde entonces la expresión del encuentro entre fuerzas políticas y sociales diversas y plurales.

Julio hizo de la elaboración colectiva una oportunidad para la participación de personas y sectores sociales en los procesos de cambio, posibilitando que pudieran aportar conocimiento y propuestas con independencia de su grado de compromiso militante.

Situar el programa político y la elaboración colectiva como ejes de cualquier construcción de unidad popular, es hoy un método unánimemente aceptado en la izquierda transformadora. Su concepción pedagógica de la política como ética de lo colectivo, su convicción de que era necesario impulsar una práctica política capaz de forjar amplias alianzas sociales, para mejor defender a la mayoría social, siempre se concretó en el compromiso por organizar un movimiento político-social, que trascendiera las formas tradicionales de hacer política.

En segundo lugar, la búsqueda de alternativas al capitalismo centró su esfuerzo, a principios de los años noventa, en el debate en torno al Tratado de Maastricht. Se volcó en alertar de la amenaza que implicaba, tanto por sus efectos inmediatos —pues suponía una reforma de facto de la Constitución Española— como por las barreras que levantaba para la construcción de una Europa federal, social y solidaria, que fuera alternativa económica, social y política al neoliberalismo en España y Europa.

También indicó alternativas para superar el alarmante déficit democrático del Tratado. Propuso avanzar en la convergencia real de las economías y en un sistema fiscal europeo, para superar el déficit social y defendió elaborar una política exterior y de defensa realmente independiente y no subordinada a los dictados de EE UU y de la OTAN.

En tercer lugar, en 1996, en un mitin en la fiesta del PCE que es histórico, proclamó que los contenidos del «Estado Social y Democrático de Derecho recogidos en nuestra Constitución ni estaban siendo desarrollados, ni se estaban cumpliendo», denunciando que las políticas económicas y sociales neoliberales eran incompatibles con los contenidos de la Constitución.

Por ello, proclamó que el PCE daba por roto el pacto de la Transición, por el incumplimiento, por parte de la oligarquía económica y las fuerzas políticas neoliberales y de la derecha, de los compromisos constitucionales para garantizar los derechos sociales y económicos para todo nuestro pueblo. Señaló las serias carencias del texto constitucional, con las palabras textuales que se reproducen a continuación y que es importante recuperar por su trascendencia histórica:

El PCE mantiene como principios y propuestas irrenunciables tres formulaciones que constituyen el eje medular de su propuesta alternativa al modelo de Estado y que no están recogidas en la Constitución Española de 1978:

1. Propugnamos y defendemos la construcción de un Estado Federal y Solidario Español.

2. Defendemos el reconocimiento del Derecho de Autodeterminación.

3. Nuestra forma de Estado es la República. El PCE es republicano.

Y recordó que, en las horas difíciles de la Transición, el Partido, anteponiendo la recuperación de la democracia, priorizó que los contenidos, las propuestas y las conquistas del Estado Social y Democrático de Derecho estuviesen contempladas en la Constitución. Por eso, si estas conquistas de la clase trabajadora no se respetan, «el PCE se considerará libre de consensos», denunciando que son las oligarquías quienes rompieron el pacto constitucional al incumplir sus contenidos de justicia social y democracia económica, imponiendo un modelo económico neoliberal, profundamente inhumano.

Por ese vaciamiento y conculcación del Estado Social y Democrático de Derecho, ese incumplimiento de los preceptos constitucionales, el PCE se ha visto obligado a llamar a la movilización social, abriendo el camino para iniciar la construcción de una alternativa programática, social y política, para un nuevo proyecto de país al servicio de la mayoría social.

Esta sería una cuarta aportación de Julio, un proyecto de país que él veía sustentado en la articulación de un nuevo bloque histórico con amplia participación popular, que mediante un nuevo proceso constituyente desemboque en una república federal y solidaria.

Julio era un comunista y por eso siempre estuvo comprometido y apasionado con la unidad popular, esa misma unidad que hizo grande al PCE de Pepe Díaz y la Pasionaria y que nos llevó, con él al frente, a impulsar el proyecto de Izquierda Unida.

Su compromiso con la construcción de frentes amplios le acompañó también con el Frente Cívico, y en la que fue su última tarea, a liderar en nombre del PCE la construcción de un espacio amplio de reflexión de la izquierda que llamó La Disyuntiva, para nuevamente impulsar un bloque de lucha, programático, para construir una sociedad alternativa, fundiendo el comunismo de matriz marxista del manifiesto comunista de Marx y Engels, con el feminismo, la multiculturalidad y la ecología política. La fusión de estos cuatro ejes, al decir de Julio, habría de lograr la confluencia de cuatro poderosos sujetos revolucionarios, lo que Gramsci denominó «la fantasía concreta».

El mejor homenaje que le podemos hacer es seguir su ejemplo, recordando otra de sus enseñanzas, cuando decía que «cuando la gente del pueblo abandona un puesto, ese lo ocupa inmediatamente gente de la derecha. Rehuir la lucha no sirve para nada, porque la derecha llega a subir los alquileres, a bajar los salarios y, sobre todo, a aumentar la jornada de trabajo o las horas extraordinarias que después no van a pagar».

El compromiso del PCE no puede ser otro que continuar el trabajo de emancipación de la clase obrera donde él lo dejó, así como seguir difundiendo las ideas que Julio defendió durante toda su vida. Anguita es patrimonio de toda la izquierda, en España y fuera de nuestras fronteras, profundamente dialéctico, nunca fue ortodoxo sino radical. Siempre defendió la política de convergencia, la construcción de unidad popular y la suma de los esfuerzos de todas las personas que queremos acabar con este cruel sistema capitalista y crear un sistema socialista.

Primero lo hizo impulsando la Convocatoria por Andalucía, hasta convertirla en el embrión del movimiento político y social que fue IU, referente para toda la izquierda alternativa europea. Y hasta el ultimo aliento continuó haciéndolo, animando y apoyando la puesta en marcha del proyecto de unidad de los demócratas y la izquierda que hoy representa Unidas Podemos, espacio que impulsó, defendió y apoyó abiertamente hasta el final de sus días. Anguita nos enseñó que la unidad es no solo posible sino imprescindible, para los que no tenemos más armas para cambiar el mundo que nuestro trabajo.

Por eso nos llamó insistentemente a unirnos en torno a propuestas que resuelvan los problemas concretos de las clases trabajadoras y de todas las personas y pueblos del mundo, propuestas contenidas todas ellas en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, aprobada por la humanidad gracias a la derrota del nazi fascismo en 1945, que contiene las medidas necesarias para construir la sociedad con justicia social, que siempre ha reclamado el movimiento comunista internacional desde su nacimiento.

Son suficientes motivos para comprender que Anguita fue muy peligroso para el régimen del 78, el político más valorado por los españoles fue convertido por la oligarquía en el principal enemigo a abatir. No es de extrañar que tanta mendacidad y mala fe causara daños irreparables en el corazón de Julio, daños que terminaron por apartarlo de la vida política activa.

Como decía su admirado Carlos Cano, «mi pobre corazón de tantos desengaños se paró». Pero hoy podemos afirmar con orgullo que Julio ha enriquecido las luchas populares del pueblo español, por su capacidad de pensar históricamente, por la audacia de sus propuestas, por su voluntad de actualizar el horizonte y los caminos de la emancipación.

Julio abandonó hace dos años la vida material, pero desde hacía tiempo no podía morir. Nunca muere quien ha dejado imborrable huella entre su pueblo, quien forma parte de la historia. Nos deja tantas enseñanzas que ya es eterno.

Enrique Santiago, Secretario general del PCE