Galeano decía que al final del segundo milenio, el mundo estaba al revés: con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies.
Pues en lo que va del tercero, este mundo jodido y chambón sigue igual de patas arriba o peor y está produciendo sociedades que se enquistan en la enfermedad de verlo casi todo mal, si no es lo de los nuestros, y hacerlo cuasi todo peor, pero diciéndonos que está mucho mejor.
Patas arriba, o la escuela del mundo al revés dónde [“el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos”]. Así estamos.
A pesar de la digitalización, del éxito invasivo de las pantallas, o quizás por ello, las sociedades están en una fase de carácter enfermizo que nada tiene que ver con los dos años pandémicos vividos previamente [“Nunca hubo tanta concentración de recursos económicos y de conocimientos científicos y tecnológicos dedicados a la producción de muerte”].
Las sociedades enferman y sus poblaciones también, el capitalismo salvaje no tiene suficiente y sigue esquilmando; el mercado regula, opera y termina matando, y a las personas nos hacen sentir que lo que ocurre no es malo, que vivimos en sistemas democráticos, que somos más libres que nunca, aunque nos muramos de soledad e inseguridades creyéndonos comunicados y seguros.
Y así nos va, enfermos con unas vidas prestadas que tienen su final desde que comienzan y que parece que eso nos impide pensar un poco más allá de nuestra existencia, en las resistencias de los demás y en el aguante de un planeta finito [“Si una enfermedad se transforma en delito, y ese delito se transforma en negocio, ¿es
justo castigar al enfermo?” (en referencia a la drogadicción)].
Dependencias
Europa vuelve a depender de los Estados Unidos de América como después de la llamada II Guerra Mundial, pero se queja de su dependencia del gas de Rusia, a la que pide que no corte “nuestro” suministro mientras arman a unos ucranianos tan ´demócratas` como sus vecinos [“el desdichado balance mundial de la guerra y
la paz. Por cada dólar que las Naciones Unidas gastan en sus misiones de paz, el mundo invierte dos mil dólares en gastos de guerra”].
Los precios de la luz son impagables para bolsillos del común por culpa de los rusos y de la guerra. Por cierto, en noviembre de 2021, por poner una fecha, el precio de la luz alcanzó la cifra récor de 383,67 euros el megavatio/hora y la guerra todavía tardaría tres meses en llegar. También en el viejo continente, las eléctricas, las gasísticas y las bancarias se siguen forrando y dando beneficios estratosféricos como si el mundo nadara en la abundancia. En España, ponen el grito en el cielo porque les van a subir impuestos para que arrimen el hombro en esta crisis que pagan los de siempre. No gritaron cuando les inyectaron plata a presión para cubrir sus malas praxis financieras. Y todo a costa de las vidas endeudadas de las ciudadanías, ahorcadas en préstamos para pagar la luz, para cubrir el gasto del gas, para afrontar las comisiones o, simplemente, para llenar la cesta de la compra [“Se castiga abajo lo que se recompensa arriba. El robo chico es delito contra la propiedad, el robo grande es derecho de los propietarios. Los políticos sin escrúpulos no hacen más que actuar de acuerdo con las reglas de juego de un sistema donde el éxito justifica los medios que lo hacen posible, por sucios que sean: las trampas contra el fisco y contra el prójimo, la falsificación de balances, la evasión de capitales, el vaciamiento de empresas, la invención de sociedades anónimas de ficción, las subfacturaciones, las sobrefacturaciones, las comisiones fraudulentas”].
Tranquilas y tranquilos, no hay lío. Lo importante es poder salir a tomar unas birras a cualquier terraza. Lo que venga después ya lo afrontaremos como se pueda.
Delitos
En esa misma península ibérica, al margen del crimen cometido contra la naturaleza por los incendios, las más de las veces, provocados, dos policías de uniforme abusan de una joven, pero no van a la cárcel; la eximente es que no van a huir. De la cárcel es de dónde no deberían salir, pero así es la justicia [“los de abajo pagan la buena letra que hacen los de arriba, y las consecuencias están a la vista: hospitales sin remedios, escuelas sin techos, alimentos sin subsidios. Ningún juez podría mandar a la cárcel a un sistema mundial que impunemente mata por hambre, pero ese crimen es un crimen, aunque se cometa como si fuera la cosa más normal del mundo”].
En Colombia, vuelven, como en los tiempos de Escobar, los asesinatos de policías. Los uniformes tienen precio para los criminales y más para los medios, que no resaltaban con el mismo ahínco las otras muertes, las de los nadies [“En un mundo que prefiere la seguridad a la justicia, hay cada vez más gente que aplaude el sacrificio de la justicia en los altares de la seguridad. En las calles de las ciudades, se celebran las ceremonias. Cada vez que un delincuente cae acribillado, la sociedad siente alivio ante la enfermedad que la acosa. La muerte de cada malviviente surte efectos farmacéuticos sobre los bienvivientes”].
En Gran Bretaña, un primer ministro fiestero y rebelde se va, pero porque él quiere, no porque no sirva para gobernar. En Estados Unidos, van para atrás en derechos civiles con unos tribunales en los que la ideología pesa más que la justicia. También en la gran potencia las pantallas y sus libertades llevan a la muerte a dos niñas que fallecen por seguir juegos en la red cuyos retos no están bien medidos y que no tienen supervisión alguna [“En alguna pared de San Francisco, una mano escribió: «Si el voto cambiara algo, sería ilegal». En alguna pared de Río de Janeiro, otra mano escribió: «Si los hombres parieran, el aborto sería legal». En la selva, ¿llaman ley de la ciudad a la costumbre de devorar al más débil? Desde el punto de vista de un pueblo enfermo, ¿qué significa la moneda sana? La venta de armas es una buena noticia para la economía. ¿Es también una buena noticia para sus difuntos?”].
Las olas de calor y la falta de agua van a matar más que la covid-19 o la viruela del mono. Esta está sirviendo para volver a estigmatizar, si es que alguna vez se había dejado de hacer, a los colectivos gais. A los que se asigna, porque sí, actitudes pecaminosas y lascivas. Como si los machitos no fueran putos. En la vieja y derechizada Italia un nativo mata a un inmigrante africano porque le estaba pidiendo insistentemente limosna. En el resto del mundo, o en buena parte de él, también sigue habiendo muertes por hambre, por enfermedades, por asesinatos indiscriminados, por ser mujer, por opciones sexuales o religiosas, por… [“Ya desde los albores de la conquista de América, los homosexuales habían sido acusados de traición a la condición masculina. El más imperdonable de los agravios al Señor, quien, como su nombre lo indica, es macho, consistía en el afeminamiento de esos indios que «para ser mujeres sólo les faltan tetas y parir». En nuestros días, se acusa a las lesbianas de traición a la condición femenina, porque esas degeneradas no reproducen la mano de obra. La mujer, nacida para fabricar hijos, desvestir borrachos o vestir santos, ha sido tradicionalmente acusada, como los indios, como los negros, de estupidez congénita.
Y ha sido condenada, como ellos, a los suburbios de la historia”].
En fin, terminen de llenar la lista con lo que se les ocurra. Es casi infinita.
Panorama
No es por ponerme pesimista, pero el horizonte está bastante oscuro. Aunque, no se preocupen, sigamos viviendo como si no pasara nada, contaminando, quemando, matando y pensando que quienes vengan detrás carguen con las consecuencias de todo lo que venimos haciendo [“Crímenes contra la gente, crímenes contra la naturaleza: la impunidad de los señores de la guerra es hermana gemela de la impunidad de los señores que en la tierra comen naturaleza y en el cielo engullen la capa de ozono. Las empresas que más éxito tienen en el mundo son las que más asesinan al mundo; y los países que deciden el destino del planeta son los que más méritos hacen para aniquilarlo” (…) “La salud del mundo está hecha un asco, y el lenguaje oficial generaliza para absolver: Somos todos responsables, mienten los tecnócratas y repiten los políticos, queriendo decir que, si todos somos responsables, nadie lo es. Y queriendo decir que se jodan los de siempre, el discurserío oficial exhorta al sacrificio de todos”].
Enfermos, o patas arriba. Es el mundo en que vivimos, es la escuela del mundo al revés.
(Entre corchetes, frases extraídas del libro de Eduardo Galeano Patas arriba. La escuela del mundo al revés)