Casi todas las temporadas estivales, independientemente de lo que realmente suceda en el mundo, parece que hubiera menos cosas que contar o simplemente las ganas de contarlas se hubieran ido también de vacaciones, y que, por esa razón, se cuelen en los telediarios de máxima audiencia y periódicos más leídos titulares que en cualquier otra época del año se quedarían en medios locales o a lo más, en noticieros televisivos regionales.
Y así, incluso este verano en el que continúa la guerra en Ucrania, no terminamos de salir de esta maldita pandemia que muta insistentemente, y nuevas epidemias hacen declarar otro estado de emergencia a la OMS, vuelvo a tener la impresión de que si en julio o en agosto a seres extraterrestres les diera por aterrizar en la mismísima plaza de España de Madrid (donde sitio tienen porque no sé si han dejado un bendito árbol que les pudiera obstruir cualesquiera maniobras) seguiría habiendo tiempo y espacio para contarnos, por ejemplo, que cuatrocientas cincuenta anguilas han sido rescatadas en Tarragona.
No es un ejemplo ficticio, es una noticia de las últimas semanas de julio. En esos días parece ser que unas cuatrocientas cincuenta anguilas se quedaron atrapadas en un tramo del río Francolí, bueno, atrapadas quedaron en realidad muchas más, pero esas aproximadamente cuatrocientas cincuenta son las que encontraron vivas y pudieron rescatar. El único atisbo de contexto de esta rocambolesca noticia consistió en una frase que decía que las habían “encontrado en una charca que se había creado a consecuencia del descenso del nivel del agua”. Y claro, si sabes poco o nada de anguilas y te estás preguntando dónde demonios está el río Francolí, difícilmente le vas a dar ningún valor a la noticia ni al rescate si es que le has llegado a prestar la más mínima atención.
Sin contexto las cosas no tienen sentido. Resulta que hay anguilas en este mundo desde hace nada menos que 60 o 70 millones de años, por tanto estos seres sobrevivieron a los dinosaurios, y también pudieron superar las diferentes crisis climáticas que ha vivido nuestro planeta desde entonces. Sin embargo, en 2008 la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la declaró en peligro crítico y la Unión Europea prohibió en 2010 la exportación de angulas, que son las crías de anguila.
¿Qué demonios ha pasado para llegar a esto?
La anguila es una especie migratoria, que desova en el mar de los Sargazos, cerca del Golfo de Méjico, y las larvas –de la anguila europea, que es de la que hablamos- migran hacia las costas europeas remontando los ríos donde maduran y volviendo de adultas otra vez al mar a reproducirse.
Y ya no es solamente el cambio climático, fundamental en este episodio que ha dejado literalmente seco el río Francolí, un río al que los romanos llamaban Tulcis y que desde entonces hasta hoy sigue siendo el más importante de los que nacen en la provincia de Tarragona. Son también los microplásticos que hacen morir a las angulas de inanición en su viaje migratorio al confundirlos con plancton. Son las enfermedades endémicas contagiadas por especies traídas de otros continentes con la intención de reforzar la europea, y para las que no tenían defensas. Son la pesca y el mercado negro alrededor de su captura que mueve en torno a tres mil millones de € anuales. Son los embalses y el resto de barreras físicas que hemos levantado en entornos vitales para su supervivencia. En definitiva, la destrucción de su medio ambiente, de su hábitat.
Por tanto, esas cuatrocientas cincuenta anguilas, no eran una banda de atolondrados peces indolentes e irresponsables, sino víctimas de las consecuencias de una crisis multifactorial para la que no tienen herramientas más allá de una lenta e imposible adaptación.
Si las anguilas tuvieran nuestros recursos no se hubieran quedado en una charca rezando para ser de las cuatrocientas cincuenta rescatadas. Y no hubiesen asistido impávidas e inertes a la suma de condiciones que las han puesto en esta situación, hubiesen tenido la posibilidad de ser proactivas, de analizar cada problema e intentar resolverlo con inteligencia, creatividad e ilusión. La pena es que solamente estemos hablando de anguilas.
Clave de sol
Las anguilas
