Contar cómo surgió “Rebeldes periféricas del siglo XIX” supone retroceder a 1980. Estaba en un colectivo feminista y era la coeditora, diseñadora gráfica, escritora… de nuestra revista, “La Mujer Feminista”. Publiqué artículos sobre las pioneras del XIX: la periodista feminista francesa Séverine, Gertrudis de Avellaneda, Rosario de Acuña… Con el material acopiado realizamos un documental. Por falta de información, las trababa como la excepcionalidad de mujeres sobresalientes en un mundo de hombres. Con los años he seguido investigando y fueron muchas. Hoy, tratarlas como una excepción es otra forma de discriminación.

En 2003 sacamos una revista alternativa: “Tiempos Salvajes” donde queríamos dar visibilidad a nuestras antecesoras. Hice el primer reportaje que aparecía sobre Manoli del Arco, la presa del franquismo con más años en prisión. Eran tantas que no nos cabían. Así que las recuperé en formato de libro, recogiendo todo el siglo XIX hasta la Primera guerra mundial. Fundamos la editorial La linterna sorda y en abril de 2008 salió “Rebeldes periféricas del siglo XIX”, que ya va por la tercera edición ampliada.

Hace dos décadas largas, apenas existían fuentes primarias e Internet era muy rudimentario. Si de los orígenes históricos del movimiento obrero había poco material, sobre las obreras casi ni existía. Mis fuentes principales de documentación fueron los textos, periódicos obreros y liberales del siglo XIX. Tuve que traducir del italiano, francés, inglés, alemán, holandés…

Quien ha leído este libro comprueba los enfoques novedosos respecto a los estudios anteriores sobre los movimientos sociales de mujeres. De ahí, su repercusión en colectivos como en centros de investigación de género y universidades internacionales.

“Rebeldes periféricas” deconstruye que las obreras se fueron incorporando al movimiento obrero en el siglo XX. Las obreras del textil y las cigarreras fueron el germen de lucha inicial. Las cigarreras españolas se amotinaban por sus malas condiciones de trabajo y crearon hermandades de socorro mutuo en 1830. La revolucionaria granadina Mariana de Pineda era ejecutada en garrote en 1831, siendo la primera mujer enjuiciada, condenada y asesinada por sus ideas políticas. Hacia 1822 surgen las ideas socialistas y anarquistas que se propagaran a través de los exilios y de las organizaciones internacionales e internacionalistas creadas. Nacen las comunidades socialistas utópicas, con repercusión en la España de 1850: Margarita Pérez de Celis y Josefa Zapata editan “El Pensil Gaditano”. Aparece la Primera Internacional Obrera, destacando la maestra Guillermina Rojas, que abogaba por el amor libre y la abolición de la familia burguesa. Ella, con otras, luchó, sable y mosquetón colgado, contra las tropas del general Pavía, en la Puerta del Sol, defendiendo la Primera República federal cantonal (1873-74).

Todas las protagonistas sufrieron la marginación y la cárcel. No sólo luchaban contra la explotación capitalista sino también por la emancipación femenina en todos los frentes: la sexualidad libre, la igualdad de indumentaria, llevando pantalones (penado con la prisión), crearon los movimientos pacifistas y antimilitaristas contra las guerras, fundaban y escribían periódicos, cuando les estaba prohibido por Ley, y un largo etcétera.

Se rescatan a 450 pioneras: Rosa Luxemburg, Laura y Eleanor Marx, Emma Goldman, Belén Sárraga, Ángeles López de Ayala, Luisa Capetillo, las comuneras parisinas, las revolucionarias rusas, chinas, japonesas… Rebeldes en la periferia de un sistema que las excluía y represaliaba.

(*) Periodista y escritora