Entre las medidas de protección laboral aprobadas por el anterior gobierno se encuentra la prohibición de trabajar al aire libre durante las olas de calor o con viento extremo. Suena lógico y oportuno, pero como en otras tantas medidas de protección o garantía laboral, hay un sector que nunca se beneficia: los autónomos. Decir que no se le puede obligar al trabajador a estar expuesto a 40 grados, o incluso prohibirlo, no supone ninguna medida de protección laboral para el autónomo. A él la ley le da igual, nadie le obliga, sencillamente si no hace el trabajo no cobrará. Podía aplicarse la medida si se lo puede permitir sin necesidad de ley y no podrá disfrutar de ella si no se lo puede permitir por mucha legislación que haya.
El número de accidentes laborales mortales sufridos por autónomos ha subido hasta un 40% en los primeros cuatro meses del año, 29 autónomos fallecieron en el trabajo. Probablemente alguno no podía renunciar a los ingresos de un solo día por mucho calor que hiciera o por muy indispuesto que se encontrara.
Además hay un detalle del que muchas veces no somos conscientes, son muchas las empresas de muchos sectores que terminan subcontratando trabajos a autónomos. Y ahí está la trampa, porque la empresa deja de ser responsable de la seguridad laboral y pasa a serlo el autónomo subcontratado, que sabe que si ese día no trabaja no ganará dinero, que incumplirá fechas y compromisos, y que puede que no le encarguen más trabajos.
Según los estudios, los dos sectores de mayor riesgo para los autónomos son el de la paquetería y el de la construcción. Las organizaciones de autónomos señalan que las situaciones de riesgo se producen cuando una empresa grande subcontrata servicios a una más pequeña, y esta, a su vez, a autónomos que prestan servicios de manera individual. La cadena de subcontratación es una perversidad del sistema, porque suelen implicar condiciones leoninas, afirman.
Por ejemplo, es habitual que una empresa, que ni tiene trabajadores, gane una licitación pública. Empresas que solo se dedican a ganar concursos afinando presupuestos subcontratan a otras empresas para que los ejecuten, estas, a su vez, también pueden subcontratar para terminar en autónomos individuales que tendrán que asumir todas las medidas de protección laboral y derechos.
Algo similar sucede en la paquetería. los autónomos trabajan en régimen de exclusividad o semiexclusividad para empresas grandes a las que prestan servicios. Nadie se ocupa de sus condiciones, son autónomos que saben que cuanto más repartan más cobrarán y si no reparten no cobran.
El problema del autónomo se plantea también en numerosas medidas de derechos laborales que el anterior gobierno aprobó con buena intención. Bajas por enfermedad, subvención por desempleo, ayudas a la conciliación familiar, etc, todo eso es papel mojado para los autónomos y subcontratados.
Lo grave es que parece que los gobiernos no sean conscientes de esa injusticia y de esa desigualdad, y de que aprueban beneficios laborales que saben no son de aplicación a un sector social. Eso tiene sus consecuencias, por un lado que ese colectivo llega a la conclusión de que ningún gobierno, por muy progresista que sea, se ocupa de ellos y que el sindicalismo tampoco les sirve de nada, no hay enfrente ningún patrón al que reclamarle nada. Y así, cada legislación laboral beneficiosa es una nueva burla para ellos y el descreimiento de la política.
La otra paradoja es que líderes sociales y políticos no cesan de expresar su preocupación por el cierre de negocios pequeños de estos autónomos absorbidos por grandes empresas, mientras que esos trabajadores, en el fondo, lo que quieren es precisamente esa absorción porque es el único modo de acceder a los derechos laborales.
Un ejemplo más del mundo paralelo en el que muchas veces viven nuestros líderes políticos.