En el momento de escribir estas líneas, se está perpetrando un genocidio en Gaza, ante la pasividad de la comunidad internacional, la connivencia de las potencias occidentales y la manipulación informativa de sus brazos armados mediáticos. La continua provocación y humillación por parte del estado sionista y su política de apartheid y limpieza étnica hacia el pueblo palestino, ha hecho estallar el polvorín en la zona.

Las últimas noticias hablan de incursiones terrestres del ejército israelí en la franja, y ataques de Estados Unidos en territorio sirio, en lo que parecen los últimos estertores de su dominio imperial, intentando tensionar al máximo la precaria situación geoestratégica.

Más de 7.000 civiles masacrados, 4.000 de ellos niños; gran parte de las edificaciones de Gaza destruidas o dañadas, incluidas escuelas, hospitales y sedes de Naciones Unidas, dan idea de la magnitud de esta acción criminal que nadie parece tener interés en detener. Unas simples declaraciones del Secretario General de NNUU analizando las causas del conflicto han enfurecido a quienes se creen con derecho a decidir sobre la vida y la muerte de millones de personas. Para el gobierno sionista todos aquellos que no se ponen de su lado en su política de terror y expansión son terroristas, incluida la ONU.

La situación en los territorios ocupados desde que vio la luz el documental Checkpoint rock: Canciones desde Palestina (2009) ha ido empeorando, especialmente desde la formación de un gobierno en Israel en el que participa la extrema derecha.

Dirigido por el polifacético Fermín Muguruza, el documental recorre diferentes escenarios de la vida cotidiana de músicos palestinos que, desde diversos estilos y a pesar de la dificultad de comunicación que entre ellos padecen, comparten la lucha por la dignidad de un pueblo que solo quiere que les dejen vivir en paz.

Tomando como hilo conductor la figura del poeta palestino Mahmoud Darwish, fallecido en 2008, recorremos, a través de un emotivo reportaje que deja una profunda huella en el espectador, diferentes localidades y campos de refugiados donde conviven la humillación de los checkpoints y el acoso de los colonos, con la esperanza y la dignidad de la lucha con la que muchos de los jóvenes músicos han nacido, siempre con “la patria en la maleta”.

De la mano de uno de los componentes de DAM, trio que fusiona el rap con la música tradicional, conocemos las creaciones e inquietudes de artistas tan diversos como los rockeros Khalas, (árabes israelíes de Jalifa) o la popular Amal Murkus, reconocida por su folk palestino con influencias mediterráneas y libanesas, y por presentar un programa musical de radio desde Nazaret.

El rap feminista de Saffa Arapiyat desde Acre nos hace reflexionar sobre la doble opresión que se sufre como mujer en una sociedad árabe y como ciudadana palestina en Israel.

Walla ‘at desde Acre y Muthana Sha’than desde Jenin recogen el legado de la canción popular y tradicional palestina, mientras otros realizan tareas sociales desde campos de refugiados en Belén.

“Mataron la ciudad”. Así se expresan los miembros del grupo Sabreen acerca de Jerusalén, ciudad donde la convivencia se ha vuelto imposible debido a los conflictos religiosos que se solapan con las políticas de colonización y expulsión ejecutadas.

Tras recorrer Ramallah, Jaffa y Nablús, para terminar, desde Gaza nos llega el testimonio de Ayman, miembro de PR (Raperos Palestinos), que simplemente buscan ofrecer soluciones al conflicto cantando junto al muro. Impresiona tanto la calidad de su música como el hecho de que el muro construido siga encerrando a 2 millones de personas en lo que no es sino un gigantesco campo de concentración. Muro que, existiendo a día de hoy, no recibe la mínima parte de atención que aquel cuyo derribo hace más de tres décadas es motivo todos los años de conmemoración y enorme atención mediática.

No sabemos en estos momentos qué ha sido o qué será de estos músicos y de sus familias, en un momento y un lugar donde la vida nada vale. Sí sabemos que aquellos niños y niñas que no sean masacrados, quedarán traumatizados para toda su vida por la infame carnicería que están sufriendo mientras el resto del mundo les observa, más preocupado por no importunar al gobierno de Israel que por detener el genocidio.

Coreaba un grupo de niñas el rapeo de DAM: “¿Por qué no puedo ser libre como otras niñas del mundo?”. La respuesta la dio el ministro sionista de Defensa, que considera a los palestinos como “animales humanos”. Esto es a lo que nos enfrentamos, y Palestina necesita de todos nuestros esfuerzos para poder sobrevivir a una nueva Nakba; como en los inquietantes versos de Mahmoud Darwish:

Los palestinos son seres humanos que ríen, viven e incluso tienen una muerte normal. No solo los matan.”