Está previsto que seis países de América Latina celebren elecciones presidenciales durante el año nuevo, mientras otros dos tienen agendados comicios municipales, en lo que será el final de un ciclo súper electoral que comenzó en 2019.

Desde ese año han tenido lugar 19 comicios presidenciales de los cuales en 17 ocasiones obtuvieron la victoria las fuerzas opositoras. Solo lograron la reelección el Partido Colorado en Paraguay y el presidente Daniel Ortega en Nicaragua.

En 2023 la derecha revalidó sus gobiernos en Paraguay y Ecuador, y la extrema derecha argentina, en la figura de Milei, se ha convertido un nuevo faro-guía para la extrema derecha mundial. El posible freno a la ola conservadora comenzó con la victoria del Movimiento Semilla y la elección del presidente Bernardo Arévalo, quien, a pesar de los intentos golpistas del «Pacto de Corruptos», tomó posesión de su cargo el pasado 14 de enero.

2024 arrancó con las elecciones en El Salvador el 4 de febrero y Bukele fue reelegido. No olvidemos que la Constitución salvadoreña prohíbe explícitamente la reelección consecutiva, pero los jueces de la Corte Suprema, puestos a dedo por Bukele, “reinterpretaron” la Carta Magna y dieron luz verde a la maniobra golpista de Bukele, quien ha caracterizado su mandato por una autocratización y por las continuas violaciones de los Derechos Humanos.

Las elecciones en México tendrán lugar el 2 de junio y las encuestas dan una clara victoria a Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en la capital del país y quien se convertirá en la primera mujer presidenta en México.

Panamá afrontará sus presidenciales el próximo 5 de mayo. El país se encamina a unas nuevas elecciones en un contexto bastante caldeado, en el que las protestas multitudinarias, que han llegado a parar gran parte del país, vienen siendo la constante a lo largo de los últimos años. El descontento social, no solo cuestiona la política minera del país, sino que también critica las conductas de corrupción en el gobierno, y las condiciones de extrema desigualdad, planteando que la fuerte e histórica demanda de convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente está aún sobre la mesa. En este contexto ocho candidaturas competirán por la presidencia, liderando las encuestas el exmandatario Ricardo Martinelli, quien en 2023 fue condenado a 10 años por lavado de dinero y seguramente sea inhabilitado.

Dos semanas después de las elecciones panameñas será el turno para la República Dominicana, donde el mandatario Luis Abinader buscará la reelección frente al tres veces presidente Leonel Fernández. Al igual que en Panamá, pocas novedades se esperan la República Dominicana, donde el progresismo no ha logrado levantar una alternativa en lo que va de siglo.

Se prevé que el Frente Amplio volverá a gobernar Uruguay y que en México ganará la sucesora de López Obrador. Maduro podrá conseguir su tercera reelección

En Uruguay las presidenciales tendrán lugar el 27 de octubre y todo parece indicar que el Frente Amplio recuperará el Ejecutivo, en lo que será uno de los triunfos mas importantes en el Continente.

A finales de año Venezuela se enfrentará a una más que probable tercera reelección del presidente Nicolás Maduro, en un contexto de mejoría económica, de suavización de las sanciones de Estados Unidos y en medio del diálogo abierto con la oposición. La duda está en quién será el candidato o candidata de la fuerza opositora dado que María Corina Machado, ganadora de la interna opositora, pertenece al ala más radical y golpista del antichavismo, con mayor subordinación a EE. UU. y con los nexos más fluidos con la ultraderecha mundial, está inhabilitada por corrupción y usurpación de cargos durante el fracasado “plan Guaidó”.

En definitiva, el continente se enfrenta a un año electoral fundamental en el que el electorado no parece responder en clave ideológica, sino más bien obedece a posibles descontentos. «Descontentos» en muchas ocasiones provocados por influencias del imperialismo a través de guerras mediáticas, jurídicas o económicas con bloqueos y medidas coercitivas unilaterales. Por eso, es esencial que la ola progresista siga aumentando para hacer frente a los Milei de la región y a las políticas ultraliberales que buscan que América Latina y El Caribe vuelvan a ser el patio trasero de EE. UU.

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