Como bien sabían los filósofos peripatéticos, el caminar favorece los procesos cognitivos, promueve nuevas conexiones neuronales, frena el envejecimiento celular y es sano para el cuerpo. Así que, arrastrando el carrito con la compra del día camino de casa, me pongo a reflexionar acerca de las razones por las cuales un porcentaje elevado de la humanidad tiene tantas dificultades con los conceptos físicos y el manejo de las matemáticas. Porque lo he comprobado: a diferencia de otro tipo de conocimiento, los conceptos físicos se aprenden una sola vez, y si se comprenden mal es para siempre. Toda la nueva información que vayamos adquiriendo sufrirá un sutil proceso de deformación para no entrar en contradicción con ese primer —y equivocado— conocimiento. Este proceso es especialmente notorio en los periodistas de divulgación, que en su ignorancia de la física en general y de la ingeniería en particular, aceptan por buenos los sinónimos que les ofrece el diccionario, sin pararse a pensar que en esta disciplina —a diferencia de una composición literaria— es preferible repetir dos veces la misma palabra en un párrafo que emplear un sinónimo que no es tal[1].

Otros de los efectos bien conocidos del caminar es la de ayudar en las digestiones difíciles, y terminadas estas, en la estimulación de los movimientos peristálticos cara a la consecución de un adecuado tránsito intestinal. Y en verdad os digo que esto es especialmente recomendable no solamente para los procesos vinculados a la transformación de los alimentos en nutrientes sino de forma especial con los mucho menos placenteros ligados a la digestión de los textos de ciertas publicaciones con los que los amigos malintencionados me bombardean inmisericordes. Y el caso es que hoy, por lo mucho que tenía que digerir del texto que me mandó un amigo especialmente malintencionado, me convenía volver a casa dando un rodeo. ¡Mala decisión, porque, lo que son las casualidades, el cambio de ruta propició el encuentro con mi torturador!

—¡Hombre don Manoel, qué casualidad! Precisamente con usted quería hablar.

—Buenos días Ramiro —Ramiro es un antiguo compañero de profesión con el que conservo una cierta relación afectiva—Ya supongo por dónde va tu interés, pero lo lamento: aún no he tenido tiempo de echarle un vistazo.

—¡Descuide don Manuel, no corre prisa! ¿Va usted para casa? Si es así le acompaño y mientras tanto vamos comentando, que tengo el recorte aquí en el bolsillo.

¡Está claro que no tengo escapatoria! Le echo un vistazo rápido. El texto en cuestión contiene, bajo una apariencia inocente, algunos de los típicos argumentos falaces que las energéticas emplean a diario: la iniciativa privada es el único gestor eficaz de la felicidad de los ciudadanos; los gestores públicos son incapaces de administrar: si son funcionarios carecen de interés en realizar bien un trabajo cuya continuidad tienen asegurada por ley, y si lo son por elección su único interés es enriquecerse antes de que termine el plazo de su mandato. Aunque a fuer de sincero he de reconocer que en demasiadas ocasiones tal apreciación no se aparta demasiado de la verdad. “Nosotros administramos dinero público, y el dinero público no es de nadie”, decía una ilustre egabrense dejando claro que hasta las mentes más brillantes se contaminan con este culpable aserto, que deja en evidencia la idea que algunos tienen acerca de la administración del erario público y su responsabilidad política.

España conectó el año pasado a su sistema eléctrico 8.400 megavatios de potencia de generación renovable: 5.899 megavatios eólicos y fotovoltaicos por una parte (dato Red Eléctrica de España) y alrededor de 2.500 megavatios fotovoltaicos en instalaciones solares para autoconsumo, por otra (dato UNEF y APPA). Ese dinamismo formidable del sector renovable nacional no se ha visto respondido sin embargo por un desarrollo similar de la red, lo que está frenando el progreso hacia la descarbonización del sistema eléctrico. Lo dice Aurora Energy Research en su último análisis, que revela que «los vertidos de energía solar y eólica aumentaron más de diez veces en 2022 con respecto al 2021».

Proclama el recorte.

—¡Empezamos bien Ramiro! ¡España conectó! ¿Está usted seguro que fue España quien las conectó? ¿O más bien fueron esas personas que aman tanto a su patria que la llevan en el polo y en la pulsera del reloj, pero que mantienen sus ganancias en los paraísos fiscales?

—Ya sabe que es una forma de hablar…aquello del todo por la parte o algo así.

—Sinécdoque.

—¿Sin qué?

—¡Déjalo no tiene importancia! Vamos a lo que realmente importa: la velada acusación de que los poderes públicos no responden diligentemente al “dinamismo formidable del sector renovable nacional”.

—Pero don Manoel, ¿de dónde saca eso?

—De la lectura del recorte, ¡por supuesto!

—Pero ahí no dice eso…

—Ramiro: una cosa es lo que el redactor dice y otra lo que no dice, pero que se deduce a partir de los indicios que proporciona en el texto [2]. Es muy arriesgado proclamar, citando un informe de “Aurora Energy Research”[3], que “lo que está frenando el progreso hacia la descarbonización del sistema eléctrico” es la falta de respuesta de los responsables de la Red al “dinamismo formidable del sector renovable”. Muy arriesgado y muy inexacto.

—¿Dice usted entonces que el informe de Aurora no es exacto?

—¡Nada de eso Ramiro! Lo que yo afirmo es que de la cita que recoge no se puede deducir nada parecido.  Aurora habla de «los vertidos de energía solar y eólica» y afirma que «aumentaron más de diez veces en 2022 con respecto al 2021». ¿Y que es para usted un vertido?

—¡Pues no sé! Algo que se cae, que se derrama…

—Ya. La leche del cuento de la lechera. «Iba alegre la lechera camino del mercado. Sencilla y graciosa, sostenía sobre su cabeza un cántaro lleno de leche…» ¡Le compro el cuento! Muchas lecheras han hecho sus cuentas basándose en las virtudes del mercado especulativo y la complicidad de algún amiguete de la CNMC, y de repente se encuentran con la realidad en forma de imposibilidad de conexión en un nudo concreto del sistema eléctrico, lo que rompe el frágil equilibrio de sus ensoñaciones y echa por tierra la central solicitada y a la energía que produciría derramada en el camino.[4]

—En eso no le quito la razón don Manoel. Que alguno de esos inversores sin más información que la lechera que cita, arriesgaron sus dineros en iniciativas de muy poca sustancia, basados no en las necesidades energéticas de la comarca sino en sus contactos políticos.

—¡Cierto es! Y volviendo a lo de los vertidos. Ya ves Ramiro que para la mayoría de los hablantes del español, vertido es la acción de verter o de derramar. De hecho, la RAE indica como ejemplo de utilización del término la frase: «El vertido de productos nocivos está castigado por la ley.» Incluso la segunda de las acepciones que recoge la academia es el de «conjunto de sustancias de desecho procedentes de cualquier proceso industrial».

—Si le entiendo bien don Manoel, quiere decir que el sentido que le da la gente de Aurora a eso de los vertidos de energía no tiene nada que ver con que estas centrales tuvieran que derramar, tirar, inutilizar, diez veces más energía solar y eólica en 2022 que en el 2021.

—Me atrevo a decir, aunque no lo podría asegurar que el término vertido en el documento original de la consultoría energética, no se puede apartar del sentido utilizado por REE, el MINER y el Boletín Oficial: energía aportada, inyectada o «transmitida»[5] a la red.

Quedó así la cosa. Había llegado a mi destino y labores logísticas de colocar la compra en sus correspondientes anaqueles me estaba esperando. Nos despedimos afectuosamente acordando dejar el resto de la conversación sobre las lecheras y las cabras, los dinamismos formidables y los daños ambientales producidos por algunas actuaciones irreflexivas, para mejor ocasión.

Abro la puerta de casa y dejo el carrito momentáneamente en la entrada, mientras cuelgo cuidadosamente la trenca en el armario. Y al extraer de su bolsillo el teléfono me encuentro con el recorte de la revista de energías renovables que Ramiro me había entregado.

Por vertido se entiende la electricidad —eólica o solar— que no puede ser inyectada a la red porque en ese momento la demanda es escasa y no «cabe» más energía en el sistema. En ese escenario, el operador del sistema eléctrico nacional, Red Eléctrica de España (que es la entidad encargada de casar oferta y demanda, o sea, de conseguir que no haya apagones «por falta de» o sobrecargas «por exceso de» energía eléctrica en un momento dado) manda parar los aerogeneradores o manda «desenchufar» las instalaciones solares, lo que conlleva perjuicios diversos: (1) para el generador, que no puede vender electricidad que no va a poder almacenar, o sea, que va a perder sí o sí una cierta cantidad de ingresos; perjuicio directo también para el medio ambiente, porque el lugar que no ocupa la electricidad limpia lo ocupa la electricidad sucia (gas o nuclear); y perjuicio por fin para la ciudadanía, que pagará más cara la electricidad, pues está más que demostrado que cuanta más energía renovable hay en el sistema más barata es la electricidad.

¡Demasiado para mí! Lo siento, pero esto queda para el próximo artículo.


[1] Sobre la importancia del correcto manejo de vocabulario en general y del Vocabulario Electrotécnico (VEI) en particular, puede resultar ilustrativo consultar el capítulo 7.- Jerga, argot y germanía. Vocabulario técnico del libro: da Costa, Manoel (2013) Centros de Transformación. Anatomía y fisiología. Santiago de Compostela. Andavira editora. Que, ¡mira tú por dónde!, coincide que es de mi autoría.

[2] Es decir, lo que en términos más exactos denominaríamos como comprensión literal y comprensión inferencial. Lo de comprensión crítica ya va por otros derroteros.

[3] Aurora Energy Research es una empresa inglesa dedicada al análisis del mercado energético. Fundada por profesores y economistas de la Universidad de Oxford que vieron la necesidad de un enfoque más profundo en el análisis de calidad, Aurora ha crecido hasta convertirse en el mayor proveedor de análisis de energía dedicado en Europa.

[4] «Hay que decir que la actuación de los gestores en sus Redes Eléctricas de Distribución para controlar el bestial crecimiento de las nuevas centrales, con especial incidencia en las renovables, pasaba por poner filtros a tal crecimiento voraz por parte de los inversores. Pero dichos filtros prácticamente eran anulados (más bien boicoteados) por la CNE (antigua Comisión Nacional de la Energía) y posteriormente en el año 2013 por la actual CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia). Hay que tener en cuenta que los componentes que dictaminan el “sí o el no” de la aceptación de la conexión en los nudos del sistema eléctrico, lo componen personas en teoría especialistas” en temas técnicos tanto jurídicos como eléctricos”, pero nombrados por el gobierno respectivo de turno y los grupos de la oposición, es decir nombrados políticamente por los propios intereses que se juegan.» (Juan Rodríguez. Reflexiones sobre el panorama energético nacional. Comunicación personal).

[5] El autor no ha sido capaz de encontrar una definición normativa para el concepto “vertido de energía a la red”. Lo más aproximado ha sido el enunciado de la norma UNE 217001:2015, actual UNE 217001:2020, “Requisitos y ensayos para sistemas que eviten el vertido de energía a la red de distribución”. El sentido del término vertido parece evidente cuando su traducción al inglés es “Requirements and tests for systems intended to avoid the energy transmission to the distribution network”.