La vieja piedra soporta la fachada de uno de los edificios históricos segovianos. Hoy es la biblioteca pública; ayer era la cárcel cuyos muros privaban de libertad a todos los hombres y mujeres opuestos al régimen franquista. A pocos metros, un emblema de la ciudad castellana se erige orgulloso. Es la estatuta de Juan Bravo, el comunero ajusticiado en 1521. Su figura confiere, además, nombre a una de las calles principales, aquella que une el Acueducto con la Plaza Mayor. Transitada por cientos de personas cada día, desde el 18 de octubre pasado cuenta con una parada más en su trayecto: la placa de homenaje a los defensores de la II República y luchadores por la libertad que, gracias a los ímprobos esfuerzos del PCE, IU y el Foro por la Memoria, es ya una gozosa realidad. Han sido tres años de arduas gestiones. El resultado es lo que cuenta, si bien es necesario resaltar que incluso hasta el día previo a la inauguración no se obtuvo el último permiso burocrático.
El cemento que adhiere a la tierra el soporte metálico en cuyo frente se incrusta la placa aún tenía el color gris húmedo propio de una obra recién concluida. No hace falta decir más. José Luis Duque, miembro del PCE de Segovia, hablaba emocionado del acto a su conclusión, pero también subrayaba que hasta el último día (17 de octubre) no se contó con la definitiva autorización. La idea de esta constancia física para la posteridad en la ciudad de Segovia partió de ellos, de la organización del PCE, hace más de tres años. Gracias a los esfuerzos de IU en el ayuntamiento y, en los pasados meses, del Foro por la Memoria, se logró convertir en realidad lo que antes era una ilusión. Una victoria, eso sí, parcial, ya que el objetivo era la ubicación de la placa en la propia fachada de la antigua cárcel. La comisión de Patrimonio Histórico lo denegó, pero aceptó su instalación a escasos centímetros de la misma.
“La colocación de esta placa supone la culminación de un proceso de más de tres años, iniciado en enero de 200, cuando desde el PCE de Segovia lanzamos una convocatoria pública y abierta para la realización de un homenaje a los represaliados por el franquismo, independientemente de su ideología. Tras la creación de una Comisión pro Homenaje y algunas reuniones, con pocos asistentes, nos quedamos los que demostramos más interés en llevar a la práctica esta idea. Elegir la ubicación no fue difícil, puesto que la actual Biblioteca Pública es todavía llamada «la cárcel vieja» por muchos segovianos, porque por ella pasaron centenares de detenidos acusados de ser contrarios a la sublevación militar. Es, además, lugar de paso obligado, con lo que va a tener mayor repercusión que si se colocara en el cementerio, en cuyas tapias fueron fusilados caso 200 segovianos», según Santiago Vega, presidente del Foro por la Memoria de Segovia.
Sus palabras abrieron el acto festivo, con un sol espléndido iluminando la vetusta vía segoviana. Allí, unos sentados, la mayoría de pie, unos mayores, otros jóvenes, todos vivían con gesto emocionado cada instante, a la espera de que la bandera republicana que cubría la placa se recorriera. Así se hizo mientras sonaba el himno de Riego y se colocaba una corona de flores junto a su inscripción. En los minutos anteriores, hablaron Luis Peñalosa, ex portavoz de IU en Segovia, sin cuyo tesón no hubiera sido posible; Antonio Linajes, historiador e hijo de represaliados; Pedro Harauetez, alcalde socialista de Segovia y una mujer asistente al homenaje, testigo en sus carnes del exilio y la represión.
4.221 represaliados
Santiago Alba expuso en su mensaje cómo se concretó la represión franquista en Segovia. «Para la provincia de Segovia -afirmó- hay que consignar al menos 356 ejecuciones, ya fueran fusilamientos por sentencia de Consejo de Guerra o por ejecución de las escuadras falangistas, 2.282 presos (de los que 47 fallecieron en prisión), 520 depurados (despojados de su puesto de trabajo) y 1.063 segovianos sometidos a represión económica por los procedimientos de responsabilidad civil o responsabilidades política. En total, 4.221 que están identificados; todos tienen nombre y apellidos, no son meras cifras para una estadística».
A todos ellos habría que añadir, añadió Alba, los numerosos segovianos que pasaron a la sierra para alistarse en el ejército leal a la República, o los segovianos que vivían en zona republicana que fueron detenidos al terminar la guerra y conducidos a campos de concentración o trabajo. También los suicidios o fallecimientos de personas desesperadas por haber sido despojadas de su puesto de trabajo, de sus bienes, haber padecido palizas en prisión, sufrido el fusilamiento de algún familiar o las secuelas de las malas condiciones de las cárceles.
Luego, por la tarde, el Foro por la Memoria se desplazó a la cercana población de Nava de Asunción, donde aún sigue abierto un local de Protección Obrera. Cien años después sus paredes, escenario y bancos de madera rezuman el paso de la historia. Allí se inauguró una magnífica exposición sobre la II República, la Constitución de 1931 y el reflejo de sus preceptos en la vida de Segovia, elaborada gracias a la investigación del Foro por la Memoria. Es una de las exposiciones sobresaliente en su constatación documental y su diseño, que irá recorriendo los distintos pueblos de esta provincia.