En este 8 de marzo, seguimos constatando que las políticas neoliberales nos afectan de manera muy especial a las mujeres. Bajo la falsa imagen de ir incorporando nuestras reivindicaciones y necesidades, nos encontramos con un complejo entramado que perpetúa el mantenimiento de roles tradicionales, generando formas que impiden el acceso a las mujeres, en igualdad de condiciones, a los diversos sectores que componen la vida económica, política y social. Las políticas institucionales, desarrolladas hasta el momento, profundizan en el mantenimiento de actitudes, valores y comportamientos que perpetúan la desigualdad y profundizan en las formas de discriminación.
Esto se demuestra cuando analizamos que son demasiados los lugares del mundo donde las mujeres sufren todo tipo de aberraciones sobre sus cuerpos y sus vidas, contra su libertad y que son muchos los millones de mujeres invisibilizadas, olvidadas, marginadas, relegadas, postergadas, arrinconadas, explotadas, maltratadas, asesinadas …
Las mujeres sabemos que hasta ahora, en nuestro país, ningún poder público ha acometido políticas destinadas a la transformación real de la sociedad, y cuando se afrontan reformas parciales, no se destinan ni recursos económicos ni personales suficientes para llevarlas a cabo.
Conocemos que los gobiernos están interesados en asentar las formas de vida que permitan mantenernos a las mujeres como seres subalternos, de segunda clase; sabemos también que se apropian de nuestros logros para impedirnos avanzar.
Las mujeres somos conocedoras de que sólo con la implantación de valores justos, equitativos, solidarios y feministas, la sociedad puede alcanzar realmente la convivencia entre iguales.
Las transformaciones que necesitamos pasan por que tengamos el protagonismo de nuestras vidas, el control de nuestras realidades, la autonomía en nuestras decisiones y la participación directa y efectiva en los procesos políticos.
Por eso, en este 8 de marzo, las mujeres de IU propugnamos una sociedad sin violencia de género y nuevamente exigimos la globalización de la justicia y de la igualdad, requerimos la paridad en la representación política; el acceso al empleo de calidad y en igualdad; el respeto hacia nuestra imagen; la abolición de la prostitución; la educación igualitaria y la ciudadanía plena. Una sociedad donde la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad plena y no un deseo.