La feminización de la pobreza, la violación de los derechos elementales de las mujeres, su invisibilidad en los medios de comunicación, el sufrimiento de millones de niñas, la falta de instrucción, la desatención sanitaria, el infranqueable techo de cristal, el tráfico de mujeres, los nefastos efectos de la globalización neoliberal… éstas son las variables que describen la situación de la mujer a escala mundial, un año más, un 8 de marzo más.

La violencia contra la mujer es un fenómeno social, multicultural, que es realidad en todas las clases, culturas, religiones y países, sin excepción: estamos en un mundo donde cada hora una mujer es asesinada.

La exclusión de la mujer resulta, principalmente, del modelo económico y cultural predominante en el mundo: el problema es la estructura patriarcal que permanece visible en la sociedad en su conjunto. Cuando conseguimos trabajo remunerado, nuestros sueldos siguen inferiores a los de los hombres, el empleo es de peor calidad, temporal, precario y a tiempo parcial. El patriarcado y la ideología neoliberal beben de las mismas fuentes y, por eso, un cambio en el modo de producción, en la propia definición de lo que es empleo, supondría el reconocimiento del trabajo de miles de mujeres del mundo en el ámbito doméstico que recordemos que en muchos países incluye el trabajo agrícola.

Las mujeres hemos probado sobradamente que somos capaces de ocupar los mismos espacios que los hombres, en cualquier parte del mundo; necesitamos para llegar a la igualdad acciones eficaces en áreas como salud, educación y todo lo que implique igualdad social, política y económica de la mujer, que los gobiernos locales y centrales lleven adelante medidas más eficaces y favorables a la inclusión social de la mujer y acciones sobre temas como derechos sexuales y reproductivos y contra el turismo sexual y el tráfico y la explotación de mujeres y niñas.

Nuestra lucha es imparable, cada vez tenemos más aliados y aliadas, cada vez es más difícil tratarnos como inferiores, porque no nos dejamos y porque se da una evolución social, lenta pero creciente. Queremos estar en todas partes por derecho propio, el que nos da ser personas.