La superación de la pobreza se encuentra estancada en Latinoamérica desde 1997, incluso con un leve deterioro en 2003, tal y como revela el último informe de CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe, organismo dependiente de la ONU) donde figuran las magnitudes de pobreza e indigencia en 2003 y 2004. A pesar del crecimiento global de la economía de la región -un 5%- en el pasado ejercicio, «no cabe esperar un descenso del número de pobres -222 millones- e indigentes -96 millones-«, lo que pone en peligro el objetivo de reducir la pobreza extrema a la mitad en el año 2015 en buena parte de estos países, una de las metas del Desarrollo del Milenio.

El informe escudriña los factores que dificultan la eficaz inserción social de los pobres desde diversos ámbitos. En lo que respecta al tamaño del hogar, se observa que los hogares se caracterizan por estar integrados por un gran número de personas, muchas de las cuales son niños, situación que da lugar a altas tasas de dependencia demográfica.

La posibilidad de percibir ingresos suficientes para satisfacer las necesidades de consumo de los miembros del hogar se ve mermada tanto por su baja tasa de ocupación como por la limitada capacidad de generar ingresos suficientes de los que tienen un trabajo. Por una parte, las bajas tasas de densidad ocupacional (cociente entre el total de ocupados por hogar y el número de personas que lo integran) se ve agravada por las dificultades para conseguir empleo.

Este fenómeno es aún más marcado en países con tasas de pobreza superiores al 20%, donde sólo uno de cada cuatro integrantes del hogar se encuentra ocupado. Además, cabe la posibilidad de que el hogar cuente con una alta proporción de miembros ocupados, en cuyo caso la pobreza responde a los bajos ingresos laborales.

En numerosos países de América Latina, muchos de los adultos que viven en hogares pobres no han terminado la educación primaria y, en algunos casos, ni siquiera han cursado tres años de estudios. En consecuencia, es muy probable que los empleos que consigan se encuentren en sectores de baja productividad, por lo general inestables y sin acceso a prestaciones sociales de salud y jubilación. De hecho, en la mayoría de los países, el ingreso individual de los ocupados en hogares pobres alcanza para cubrir sus propias necesidades básicas, pero deja un margen muy reducido para atender las necesidades de cualquier otro miembro del hogar.

Las condiciones inadecuadas de saneamiento y la falta de servicios básicos son una clara manifestación de la baja calidad de vida a la que están sujetos los hogares de escasos recursos. Mientras en los países con tasas de pobreza inferiores a 20% la confluencia de dos o más situaciones de carencia afecta a menos de la décima parte de los hogares pobres, este porcentaje asciende a más del 50% en países con mayores niveles de pobreza como Bolivia, Nicaragua y Honduras. No obstante, el informe de CEPAL agrega que en varios países con tasas de pobreza superiores al 40%, factores como el hacinamiento y la falta de agua potable, servicios sanitarios y luz eléctrica también afectan a un amplio segmento de la población identificada como no pobre.

Evolución del ingreso

En los últimos años, según los estudios de CEPAL, la distribución del ingreso en América Latina no ha mostrado una evolución alentadora. La aguda concentración del ingreso se ha convertido en uno de los rasgos más distintivos de la región, lo que le ha valido ser considerada la más rezagada del planeta en materia distributiva, destacando sobremanera el elevado porcentaje de recursos que posee el 10% de los hogares de más altos ingresos.

Los datos analizados por el organismo de la ONU desde 1990 a 2002 confirman que América Latina es una región con niveles altos y crecientes de concentración del ingreso, por lo que advierte de que mejorar su distribución no sólo es un imperativo ético, sino que, además, favorecería una mayor tasa de crecimiento y la reducción de la pobreza.

Recomendaciones de la ONU

1.- Facilitar el acceso a los activos (tierra, capital, conocimiento y tecnología).

2.- Lograr un desarrollo productivo con alta participación de pequeñas y medianas empresas y un desarrollo territorial equilibrado.

3.- Aplicar políticas sociales basadas en los principios de universalidad, solidaridad y eficiencia; para ello se requieren recursos, lo que puede lograrse mediante un adecuado pacto fiscal y una asignación más eficiente de estos.