Retos tras los Foros de Porto Alegre dentro del Seminario ‘El movimiento de movimientos: preguntas, respuestas y contradicciones’, organizado por la Fundación Catalana de Investigaciones Marxistas (FCIM) en marzo y abril de este año.

El movimiento contra la globalización neoliberal es un fenómeno históricamente inédito por sus planteamientos, por sus dimensiones y por los retos a los que pretende responder. Pero ha habido actores y momentos fundamentales en esta toma de conciencia y tuvimos la suerte de tener buenos maestros. Si en la década de los ochenta Nicaragua y el conflicto en casi toda Centroamérica fueron las grandes escuelas de la solidaridad occidental y aprendimos que «la solidaridad es la ternura de los pueblos» o que «luchamos contra el yanqui, enemigo de la humanidad», aprendimos también que el imperio no cejaría hasta destruir toda conquista porque el intento de libertad de los pueblos se paga con la muerte y el hambre.

En los noventa tuvimos por suerte otros maestros y universidades. Sobre todo el zapatismo y Chiapas y la revolución pacífica zapatista nacida el 1 de enero del 1994, el mismo día que entraba en vigor el TLC. Descubrimos la riqueza cultural de las otras miradas del mundo, del indio, del tzeltal, del chol, del tzotzil, del tojolabal, del indio doblemente oprimido por pobre y por indio y de la india triplemente oprimida por pobre, por india y por mujer. Y aquél uso tan original de la palabra, de la palabra verdadera que debe corresponder a hechos verdaderos, del mandar para obedecer.

Y, finalmente, se ha desencadenado la ola. Las luchas al comienzo eran fragmentarias, pero las aspiraciones a la participación surgió de todas partes, de los «antiguos» movimientos sociales o sindicatos y de los nuevos. Y hoy es una ola imparable a la que míticamente podemos ponerle como origen el encuentro de la OMC en Seattle en 1999. Pero venía de mucho atrás.

Ya hacía tiempo que a cada una de las Conferencias que la ONU u otros organismos mundiales organizaban (Río de Janeiro en 1992 en la Cumbre de la Tierra sobre medio ambiente, Copenhague en 1994 sobre la pobreza, el Cairo también en 1994 sobre demografía, Madrid en 1994 con ocasión de los 50 años del FMI y BM, Pekín en 1995 sobre la mujer etc. etc.) se organizaba una conferencia paralela que reflexionaba sobre el mismo tema y con una intención igualmente global pero desde la visión de los pobres. Se ha tratado de crear un movimiento internacional de las alternativas, frente al movimiento internacional del capital que se reúne de Davos. Y después de Seattle vino Barcelona en 2001 y Génova en 2001 y Cancún en 2003.

Finalmente el movimiento ha cristalizado en los Foros sociales. El primero en el 2000 en Porto Alegre esperaba 10.000 personas y fueron 30.000, en el Segundo se esperaban 40.000 y se presentaron 70.000, en el tercero esperaban 80 y se presentaron 120.000. El del año pasado era un reto: en Bombay. Esperaban de nuevo 80.000 y se presentaron también 120.000. Este año se esperaban 120.000 y han asistido 150.000. Y vinieron además los Foros continentales. El Foro Social Europeo en Florencia el 2002, el de París del 2003 y el de Londres en 2005. Se han superado todas las barreras y responde por lo tanto a una necesidad mundial: este sistema no sirve, otro mundo es posible. Lo que ha ocurrido en el mundo entero y entre nosotros, hace tan sólo diez años era inimaginable.

Difícil equilibrio

Pero que nadie espere de los Foros lo que los Foros no pueden dar. Se trata de un movimiento amplio y plural y en él está presente el abanico entero de la izquierda a partir de la socialdemocracia. Porque en este momento más que un global planteamiento contra el sistema se trata todavía de un inmenso paraguas en el que puedan exponerse planteamientos y experiencias que irían desde, simplemente, hacerse eco de las víctimas a llevar a cabo acciones verdaderamente anti-sistémicas. De momento se trata de acumular fuerzas, de conocerse, de crear y trabajar en red y de resistir, que no es poco. Nada de una quinta internacional o algo parecido.

Esto plantea evidentes retos organizativos y políticos. Pero todos coinciden en que si los Foros se inclinaran definitivamente hacia uno de los polos del abanico ello supondría la muerte definitiva del invento. Y evidentemente hay tensiones. El modelo de organización y de representatividad es sumamente complejo, la misma relación con los «Movimientos Sociales» y los partidos políticos, inicialmente excluidos de su participación formal en el Foro porque las dificultades políticas se reflejan, obviamente, en el modelo organizativo.

El año pasado, en el FSE de Londres, se incorporó por vez primera la CES, la Confederación Europea de Sindicatos. Buena noticia. Pero el precio de esta incorporación fue que no saliera ninguna declaración formal contra la Constitución Europea. En cambio este año en Porto Alegre se ha dado un paso adelante al incorporar las propuestas que provenían de los Movimientos Sociales, proclamadas siempre al terminar formalmente el Foro y en una Asamblea específica.

Los Foros no han conseguido todo, pero han conseguido mucho. En primer lugar crear la red, que los temas de la eliminación de la pobreza, de la condonación de la deuda, de la necesaria democratización del FMI, BM, OMC entraran en la agenda de Davos y del G-8.

También consiguieron convocar la más importante protesta mundial de la historia, las manifestaciones simultáneas en todo el mundo del 15 de febrero del 2003 contra la guerra y el imperialismo americano, han introducido en los partidos los temas de democracia participativa, del nuevo modelo que debe guiar la izquierda, el tema ético y contra la corrupción a nivel mundial. A pesar de todo ello, a pesar de estos indudables avances, es todavía prematuro saber si de aquí nacerá el nuevo «sujeto histórico» que lidere la lucha de los pobres.

Reflexión sobre el poder

Desde el siglo XIX, los movimientos sociales han estado vinculados a la reivindicación económica y a la toma del poder como instrumento necesario. En su forma más radical se trata de una acción política revolucionaria porque las clases sociales que tienen el poder no lo quieren ceder. La alianza entre los movimientos con el proletariado como actor privilegiado con el fin de construir un partido capaz de tomar el poder fue la forma privilegiada.

Pero la institucionalización del poder dentro del Estado desembocó en la creación de nuevas relaciones sociales a menudo negadas o ignoradas. El acento casi exclusivo en el desarrollo de fuerzas productivas y la obligación de dar respuesta a un estado permanente de guerra (fría o caliente) agudizaron la tendencia a la institucionalización autoritaria y burocrática. Esto ha obligado a poner de nuevo como tema central del debate el poder y los usos del poder.

Por otra parte se han hecho evidentes nuevas contradicciones que generaron Nuevos Movimientos con objetivos transversales o que afectan a todos los sectores y no tienen como único objetivo el desarrollo económico.

El sentido que Gramsci le dio al concepto de hegemonía fue el de la dirección intelectual y moral de la sociedad. En una dimensión mundial podríamos decir que el Foro Social Mundial ha destruido la hegemonía del neoliberalismo. El neoliberalismo dice: no hay alternativa posible. Porto Alegre dice: otro mundo es posible. Puede parecer un juego de palabras, sin embargo se trata de una concepción central en las luchas sociales contemporáneas.

Hoy la nueva hegemonía social se crea a partir de grandes combates y de microcombates. Grandes combates como el que se libra en Venezuela o en el movimiento contra la guerra, y microcombates como el de la pequeña cooperativa, de la propuesta de banca ética, del nuevo modelo de TV alternativa etc. etc. De momento son islas con la esperanza de convertirse en archipiélagos.

Por una parte se trata de deslegitimar el sistema económico actual, no solamente desde el punto de vista ético sino también desde el punto de vista económico: no responde a las exigencias elementales de la economía. Y por otra parte se trata de construir propuestas hacia una dirección utópica, de un mundo que no existe pero que es posible.

La dirección intelectual y moral del futuro de la humanidad, es decir el ejercicio de la hegemonía en el sentido gramsciano, tiene un lugar esencial para las grandes y para las pequeñas luchas y conquistas sociales.

En cuanto a la permanente contradicción entre movimientos sociales y partidos políticos, cabe señalar que los Partidos tienen como finalidad ejercer el poder político. Pero el continuado riesgo de los partidos de izquierda es poner por delante la voluntad del ejercicio del poder que la necesidad de crear hegemonía: diluir el perfil transformador, negar o edulcorar la propia ideología, sufrir el espejismo de la política-gestión, sacrificar la democracia interna, convertirse en aparatos pagados con los réditos electorales, instrumentalizar los movimientos sociales en propio beneficio etc. Cuando estos riesgos se convierten en realidad esta izquierda deja de ser instrumento de transformación para las sociedades.

Por su parte a los movimientos sociales que tienen objetivos específicos les resulta difícil articular sus intereses en el marco de un cambio global. Hoy la desconfianza en España es tan general que el trabajo de pedagogía buscando complementariedades, tendiendo puentes y procurando hacer converger partidos y movimiento será necesariamente largo, sobre todo porque parece que ni partidos ni movimientos estén dispuestos a ello.

Decálogo de nuevos paradigmas

Han surgido inquietudes y nuevos paradigmas con una enorme fuerza y capacidad movilizadora que deben incorporarse como elementos políticos y como elementos de reflexión. He aquí algunos de estos nuevos paradigmas que el movimiento antiglobalización debe tener presente.

1.- Nuevo paradigma del modelo democrático y ético de la vida política, que plantea el reto que el zapatismo puso de manifiesto con la expresión «mandar obedeciendo».

2.- Nuevo paradigma ecológico que, además del rechazo al modelo de crecimiento indefinido como propuesta económica y de solidaridad con las generaciones futuras, presente en la verdadera tradición ecologista desde Petra Kelly a Chico Mendes, incluya los valores de austeridad personal como propuesta política.

3.- Nuevo paradigma simbólico del despertar de las tradiciones y de las identidades. No se trata de identidades que separen sino de identidades que sumen, que plantean el desafío de «un mundo en el que quepan todos los mundos»

4.- Nuevo paradigma intercultural e interreligioso, que plantea el desafío de incorporar el sentido del misterio presente en las diferentes tradiciones teológicas de la liberación, desde la cristiana de Bonhoeffer a la musulmana de Mahmud Atta.

5.- Nuevo paradigma de la no-violencia. No se trata de algo nuevo en la historia ni sólo herencia de Gandhi. Tolstói, Einstein, Virginia Wolf, Hanna Arendt, Gonzalo Arias o Bertinoti hacen de la no-violencia la estrategia esencial para enfrentar la violencia actual en sus múltiples manifestaciones, desde la violencia militar hasta la de la vida cotidiana.

6.- Nuevo paradigma cultural contra la propuesta del sistema de la banalidad planificada, de la falta de grueso político contra la que luchó Bertold Brecht, de la búsqueda del immediatismo, de la estupidización de los medios.

7.- Nuevo paradigma en la interpretación e intervención social, tan alejado del fundamentalismo o dogmatismo de cualquier tipo, político o religioso, como del relativismo, de la falta de criterios, del postmodernismo de una sociedad que ha establecido el criterio que, puesto que hay libertad, todo vale.

8.- Nuevo paradigma de género, en el que el feminismo no sea utilizado como una arma arrojadiza sino, según el hacer y el decir de Simone Weil, como propuesta inclusiva, mas allá de la violencia y más allá del sexo.

9.- Nuevo paradigma ético donde la praxis individual y colectiva sea el fundamental criterio de interpretación teórico, donde la lucha por las ideas no pueda quedar desfigurada por la pelea por la silla.

10.- Nuevo paradigma del recuerdo de las víctimas. Walter Benjamin puso en evidencia que el recuerdo de las víctimas es un recuerdo peligroso para esta sociedad del olvido. Y hay que tener presente que en su paso por la historia también la izquierda, la izquierda presente y muy actual, deja asimismo muchas víctimas y de todo tipo.