Se trata pues de reflexionar desde el presente sobre continuidad y discontinuidad en relación con nuestro pasado, desde una actitud que no admite jugar con el pasado interesadamente y, que desde el respeto por la verdad, intenta romper tanto la opacidad y confusión cuanto la indiferencia y el silencio que pretenden sistemáticamente clausurar la historia a fin de repetir, en circunstancias muy diversas, formas de opresión y dominio insidiosamente presentadas como inevitables y naturales.

Por supuesto, no es posible entender nuestro pasado, en su dimensión universal, como algo homogéneo en que no se distinga entre aciertos y errores. Y sobre todo no es posible olvidar ni negar los horrores propios en el marco de las crueldades y horrores del siglo XX. Pero esta comprensión no puede derivar en la paralización del juicio, ni en una confusa inhibición, ante errores y horrores ajenos, como si en definitiva todo fuera explicable por una misma tendencia humana inextirpable.

Quienes hoy ejercen el poder mundial continúan el tipo de explotación del hombre por el hombre característico del capitalismo desde evolucionadas y renovadas formas de los principios políticos y económicos que se gestaron hace años y que sembraron, durante el siglo XX, de horrores y destrucción inauditos todo el planeta: desde Latinoamérica hasta Asia. Hoy la guerra, la tortura, el monopolio de la palabra publicada, el retroceso de los derechos humanos, la privatización de las libertades, etc. son elementos que configuran los inicios del siglo XXI con amenazas tan o más graves que las que emergieron durante la primera mitad del siglo XX, y del mismo modo que entonces se justifica el carácter inevitable e invencible de esta forma de vida, de este modelo de sociedad. Por eso es tan importante que nosotros seamos conscientes de nuestros orígenes y de qué modo podemos y debemos enfrentarnos a los problemas actuales desde los criterios fundamentales que inspiraron la lucha en contra del capitalismo de ayer y que continúan siendo válidos para combatir al capitalismo de hoy.

Del ayer al hoy

Pero veamos en concreto algunos ejes comparativos entre el momento fundacional de nuestro partido y el momento actual de nuestra política. El contexto que aceleró la fusión de cuatro partidos minoritarios en Cataluña, aunque ya desde 1935 se habían planteado confluir en una sola organización, fue la sublevación militar fascista en España en contra de la II República democráticamente constituida, tras el triunfo del Frente Popular. El militarismo y la dictadura nazi en Alemania constituían entonces una grave amenaza, principalmente para Europa. El PSUC nace, pues, directamente impulsado por la tarea urgente de defender la democracia y de conjurar el peligro de guerra mundial, como organización hermana del Partido Comunista de España. Hoy está claro que la guerra civil española fue el primer acto de una terrible guerra mundial que estuvo a punto de conducir a la humanidad a un abismo de inimaginables consecuencias en su ambición de extender el fascismo a escala mundial.

La resistencia durante tres años a esa barbarie fue prioridad absoluta para el PSUC. Más tarde continuó la lucha contra el franquismo y desarrolló políticas de alianzas y unitarias capaces de dirigir la lucha por la recuperación de la democracia. Naturalmente, ese proceso tuvo tantos avances y éxitos como fracasos y errores en su orientación y realización. Pero indiscutiblemente los comunistas contribuyeron a determinar un gran cambio político.

También hoy el PSUCviu es un partido minoritario tras la derrota del intento de construcción de una sociedad socialista y tras la dispersión que en España se produjo de expectativas durante la transición. También hoy el contexto político mundial aparece definido primordialmente por la necesidad de defender la democracia, gravemente amenazada, y de parar la guerra mundial que ha tenido ya tres escenarios bien significativos como son Kosovo, Afganistán y ahora Irak. En ninguno de estos lugares se ha avanzado lo más mínimo en democracia ni en libertad y se ha entrado en una perversa situación de guerra de relativamente baja intensidad.

Las formas de crueldad de esta guerra, que incorpora armas devastadoras y formas de tortura científicamente experimentadas durante la constante tortura, sin límites de tiempo ni de formas, psicológica y física de seres humanos, son una continuidad de esa horrible historia del siglo XX que pretendió imponer por la fuerza el expansionismo territorial y la falsedad como principal medio de dominio de la gente.

Las aspiraciones del PSUC

La principal aspiración de los comunistas del PSUC en su momento fundacional era la transformación radical de la sociedad. Esa misma aspiración orienta hoy nuestra acción política. Naturalmente no se trata del trasladar el pasado al presente, en una operación anacrónica, sino de entender tan sólo que hoy como ayer la transformación de la sociedad exige, en primer lugar, la defensa de la democracia como única condición de posibilidad para ser un poco más libres socialmente.

De ahí que no caben falsas esperanzas acerca de una gestión diferente o más racional de la existencia social; es imprescindible transformar los fundamentos del actual modelo de sociedad, lo cual presupone ineludiblemente acabar con los mecanismos de funcionamiento del actual capitalismo- Un capitalismo que hoy amenaza con borrar incluso de la memoria la mayoría de conquistas y derechos sociales y políticos a fin de extender las formas de acumulación de poder económico mediante la desposesión.

Se dice, y con razón, que el capitalismo actual es radicalmente distinto del característico de la primera mitad del siglo XX. Pero lo que hoy se denomina «economía de mercado» continúa siendo una forma de capitalismo en la que la publicidad y las modernas técnicas de promoción de ventas, que se aplican también en el campo de la política, simplemente vehiculan el poder de los directivos de los grandes consorcios que entran y salen de la economía para gestionar la política en términos de empresa a su servicio, que cuenta, además, con el control de los principales medios de comunicación. Las retóricas persuasivas combinadas con amplios medios de corrupción y censura encubierta condiciona sistemáticamente la opacidad ante la sociedad.

No se trata pues de recuperar falsos ídolos ni falsos dioses, sino de aceptar el pasado como origen del presente. Los comunistas no aspiramos a ser perfectos, porque nuestras convicciones nada tienen que ver con una teoría de la salvación del hombre, ni individual ni colectiva. Nuestras ideas y razones tienen que ver con la historia de la emancipación humana que en cada momento presenta diferentes formas de defensa de la libertad, pero que en el siglo XXI, recién iniciado, presenta muchos problemas que quedaron sin resolver en el siglo XX y que hoy amenazan de nuevo con conducir a la humanidad hacia el abismo de la deshumanización.