Los cinco datos más significativos de las pasadas elecciones europeas del día 7 de junio han sido: 1º) el incremento de la abstención, puesto que más de la mitad de la población europea no ha ido a votar, 2º) la victoria de la derecha y de la extrema derecha, 3º) el descenso acusado de la socialdemocracia, 4º) la debilidad de la izquierda transformadora y 5º) el haberse celebrado estas elecciones europeas por primera vez en medio de las consecuencias de la peor crisis económica mundial y europea con aumento del paro y una recesión tremenda.
La primera conclusión de estos resultados es que la sociedad europea, golpeada por la crisis e incrédula sobre lo que se le viene encima no percibe respuestas claras de sus formaciones políticas de referencia tradicionales. Esa incertidumbre produce por una parte desconfianza, desincentivando el ir a votar, o hace girar los ojos por otra hacia posturas que confieren algo de seguridad como puedan ser la derecha y la extrema derecha. Se desconfía a su vez de la experiencia de la socialdemocracia, fracasada, y no se oye o no se quiere oír hablar de «aventuras» anticapitalistas a pesar de que la causa de la crisis está en el propio capitalismo neoliberal. Se puede decir que la sociedad europea está atrapada en el pasado, y vota, cuando vota, siguiendo las pautas e inercias del pasado, y no se plantea el futuro.
Europa está prisionera del pasado reciente y no atisba ni quiere pensar en construir un futuro diferente a lo que existe.
Este podría ser el resumen de la debilidad experimentada por la izquierda revolucionaria, por la izquierda transformadora europea. Un análisis con algo de detalle de los resultados obtenidos por los partidos del grupo parlamentario de izquierdas del Parlamento Europeo, GUE/NGL y por los del Partido de la Izquierda Europea, PIE, muestra como primer dato un descenso, bajando de los 41 miembros que tenía el GUE/NGL a los 34 actuales, o de los 29 que tenía el PIE a los 25 actuales. Sin embargo esos resultados, analizados con algo de detalle permiten sacar importantes lecciones para el futuro.
Las cinco principales consecuencias para la izquierda transformadora, revolucionaria, anticapitalista son: 1ª) es la primera vez que presentamos una alternativa común en toda Europa, la Izquierda Europea (PIE), con nuestra Plataforma Electoral Común aprobada en Berlín en diciembre pasado. Éste elemento ha sido crucial en Alemania, con Die Linke (8 eurodiputados) y en Francia con el Front de Gauche (5 eurodiputados) o en Portugal con el Bloco de Esquerdas (3 diputados); 2ª) en aquellos sitios en los que hemos dado una imagen de unidad, de aglutinar más fuerzas, hemos avanzado, como ha ocurrido en estos tres países, Alemania, Francia y Portugal, mientras que por el contrario, cuando nos hemos dividido, como ha ocurrido en Italia, hemos retrocedido hasta el extremo de desaparecer, cuando la mera permanencia en el mismo grupo, Refundación Comunista, de la formación escindida hubiese garantizado la representación parlamentaria al sumar como mínimo un 6.6 %, sin contar con el efecto multiplicador de esa unidad; 3ª) hay que destacar que en ese ambiente de declive de la socialdemocracia y aumento de la derecha y extrema derecha, reafirmando a personajes como Berlusconi o Sarkozy tiene mérito el haber resistido, manteniendo posiciones, como en Chipre con un 35% para el partido comunista, Akel, en el gobierno, en España con Izquierda Unida aliada a Iniciativa per Catalunya Verts, en la República Checa con el Partido Comunista de Bohemia Moravia (4 diputados) y sus aliados del Partido del Socialismo y la Democracia, en Holanda manteniendo los dos diputados (del 6.9% al 7.1% de los votos), en Dinamarca con un diputado aunque se aumenta del 5.2% de los votos al 7.2%. En este sentido Portugal da un dato interesante como es el que entre las dos formaciones del GUE/NGL, el Partido Comunista y el Bloco alcanzan el 21% de los votos del país.
La suma de los partidos del GUE del otro país en que van separados, Grecia, arroja un 13%, con un 8.35% para el KKE y 4.7% para Syriza (Synaspismos). 4ª) Hay que reconocer retrocesos de la izquierda aparte del de Italia como en Finlandia al perder el diputado (se pasa del 9.1% de los votos al 5.9), o en Suecia al pasar de dos a un diputado (del 12.8% al 5.6%), o incluso el no cumplimiento de expectativas fraguadas antes de la campaña como es el caso de Estonia, en donde la alianza de dos partidos de izquierdas parecía arrojar esperanzas que al final no se han cumplido. 5ª) Hay un país que merece un comentario especial como es el caso de Francia por las consecuencias políticas. Se había pronosticado la desaparición del PCF y que en su lugar el nuevo partido anticapitalista (NPA) de Besancenot iba a ocupar con holgura ese lugar con porcentajes según las encuestas del 12 al 16%. Sin embargo el voto alcanzado por el NPA ha sido el 4.88 % sin lograr escaños mientras que el Front de Gauche alcanzaba el 6.47 %. Los tres componentes de estos resultados para el Frente de Izquierdas de Francia son: a) el ser una plataforma unitaria de izquierdas, b) el presentarse como la Izquierda Europea con el programa común europeo y c) el haber «barrido» todo el país, con un esfuerzo de explicación y debate extraordinario, conectando con todo lo que se mueve e inquieta en la sociedad.
La conclusión última es importante. En la reunión del Comité Ejecutivo del PIE en Bruselas, del día 12 de junio se apostó claramente por multiplicar la presencia en la sociedad europea de cara al futuro, ligándola a las reivindicaciones que se multiplican a lo ancho y largo de Europa. Y demostrando que efectivamente existe una alternativa a la crisis, una perspectiva de solución, viable, y alumbrando un futuro esperanzador.
* Responsable para Europa del Partido Comunista de España