La jerarquía de la iglesia católica argentina sabía, por lo menos desde 1978, que los desaparecidos de la dictadura militar eran secuestrados, torturados y asesinados. Han tenido que reconocerlo ahora, cuando el diario Página12, de Buenos Aires, ha publicado el informe secreto que la Conferencia Episcopal envió al Vaticano después de reunirse con el general Jorge Videla. Los poderosos periódicos de la derecha, como Clarín y La Nación, no han informado sobre tan grave complicidad.

El 10 de abril de 1978, en un almuerzo con el presidente del episcopado argentino, Videla les explicó el plan de aniquilación que los militares estaban aplicando “para salvar la civilización cristiana”. Inmediatamente enviaron un informe al Vaticano. Tanto el Papa como la jerarquía católica argentina lo mantuvieron en secreto. Sabían y no lo denunciaron.

El cardenal Raúl Primatesta, uno de los encubridores, argumentó que “la iglesia quiere cooperar, comprendiendo el daño que se le puede hacer al gobierno con referencia al bien común si no se guarda la debida altura”. Según el general Videla, “mi relación con la iglesia católica fue excelente y con Primatesta llegamos a ser amigos”.