El acercamiento entre Barack Obama y Raúl Castro trajo un periodo de relativa bonanza. A la llegada de cientos de miles de estadounidenses se sumó la de personas de otros países que querían conocer la isla “antes de que se abran los McDonalds”. El turismo creció de forma exponencial, superando los cuatro millones. Benefició al Estado y a los hoteleros extranjeros pero también a los trabajadores autónomos, en particular a los arrendadores de habitaciones, los taxistas, los dueños de restaurantes y clubs nocturnos, los guías turísticos y los artesanos. El dinero empezó a circular, transfiriéndose del taxista al mecánico, del arrendador a la mucama y del dueño del restaurante a los campesinos y pescadores que lo proveían.

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca hizo retroceder todo lo avanzado. Prohibió los viajes de turistas estadounidenses y obligó a las compañías de cruceros a no tocar puertos de la isla. Permitió demandar a las empresas de terceros países que trabajen en Cuba y sanciona a las propietarias de los buques que transporten petróleo desde Venezuela. Limitó el envío de remesas de los emigrados a sus familias y castigó a empresas financieras que trabajan con La Habana mediante las tarjetas de crédito para uso de los ciudadanos cubanos dentro de la isla.

El actual presidente de Estados Unidos se apoya en los sectores más agresivos del anticastrismo de Miami, como el Senador Marco Rubio. Algunos investigadores creen que las consecuencias de una reelección podrían ser dramáticas para Cuba, como explica el profesor cubano Esteban Morales, doctor en Economía Política y reconocido especialista en las relaciones de Cuba con Estados Unidos. Morales considera que “si Donald Trump repitiera el mandato nos veríamos en la peor situación, incluida la posibilidad de una agresión contra Cuba y Venezuela”.

Trump quería invertir en el sector turístico de Cuba

Morales no es el único investigador que piensa así. “La reelección de Trump sería fatal para Cuba, teniendo en cuenta que sigue apretando las tuercas del bloqueo”, advierte el doctor en Economía Omar Everleny Pérez. Sin embargo, nos explica que el actual presidente de Estados Unidos es políticamente impredecible y un hombre de negocios por lo que podrían primar sus intereses, ya que en el pasado se interesó por invertir en el sector turístico de Cuba. Recuerda además que podría traicionar a sus aliados porque ya no necesitaría la complicidad electoral del anticastrismo radical de Miami.

La posible llegada de Biden a la presidencia es esperada con ansias por la mayoría de los cubanos que residen en la isla. Sueñan con el regreso a la política de acercamiento, tal y como el propio candidato ha prometido. “Con él retornaríamos a una situación parecida a la que vivimos con Obama, quien tratará de influir en Biden, y estaríamos menos mal”, afirma Morales. También Everleny Pérez cree que “la elección de Biden sería un alivio, si se eliminan las presiones que se aplican desde hace cuatro años. Creo que él tiene la voluntad de dejar una huella positiva en las relaciones con Cuba y además todo lo haría en un primer periodo”. Salvo un pequeño grupo dentro de la oposición, el resto de los cubanos desean que Biden gane las elecciones, aunque muchos no están seguros de lo que va a ocurrir.

Un futuro que combine la crisis del periodo post Covid19 y un aumento de las presiones de un Trump reelecto, puede llegar a ser una cuesta muy empinada para los cubanos de a pie. Serían cuatro años de ruina económica, de miseria y de emigración masiva. Tal vez incluso implicaría regresar al Periodo Especial, aquella brutal crisis de los 90 tras la desaparición de la URSS, cuando muchos apostaron que sería el fin de la Revolución Cubana. Ahora las apuestas de los cubanos son de un puerquito asado para festejar el fin de año… si pierde Trump.

/ La Habana