Fermín Cabal
Con el paso de los años uno se hace más prudente y comprende lo difícil que es compartir las experiencias gozosas. No todos leemos lo mismo en un mismo texto y en consecuencia encontrarse emocionalmente unidos a través de un libro se va haciendo, como el amor, altamente improbable. No obstante, voy a atreverme a recomendar tres libros que han caído en mis manos un poco por casualidad en estas semanas del otoño y que me han tocado las entretelas. Los tres libros son, o han sido para mí, lecturas melancólicas, acordes quizá con la estación, pero también revulsivas, tónicas. Y los he leído apasionadamente en los metros, en los autobuses, en los restaurantes, síntomas claros de ese enganche que los adictos conocemos.
El primero, también el más grueso y el más ambicioso, es «El olvido de la razón», de Juan José Sebreli, publicado por Editorial Debate, Barcelona 2007, subtitulado como «un recorrido crítico por la filosofía contemporánea». Un libro de madurez, que quizá sus detractores califiquen de senectud, donde el autor vuelve sobre sus lecturas de años y años, y en el que se enfrenta con singular audacia al pensamiento débil, al postmodernismo y a las modas intelectuales e intelectualoides de nuestra época. Como todos los libros de Sebreli, está lleno de bronca, de humor y de gusto por la vida. Y aunque nuestro ánimo se mueva a considerar la ilusión de que la pía razón pueda dar cuenta del mundo, el esfuerzo titánico del autor merece un aplauso. Qué tío.
El segundo, mucho más recoleto, casi provinciano, se titula «Martin y Fritz Heidegger», escrito por Hans Dieter Zimmermann y editado por Herder, Barcelona 2007, y es un estudio biográfico comparativo de las andanzas y desventuras de dos famosos hermanos, uno en el Mundo de la Academia, el filósofo y profesor Martin, y el otro en el pequeño pueblo de Merskirch, donde ejerce como director de sucursal bancaria y pregonero del Carnaval durante largos años. Un relato breve, diáfano, lleno de ironía y de inteligencia, que me ha deslumbrado y me ha hecho pensar.
El tercer libro, también sencillo y que se lee de un tirón, quizá no sea una genialidad literaria, pero me ha hecho mirar extrañadamente, como pedía Brecht, al pueblo chino, ese gran desconocido. «Triste vida» se titula la novela de Chi Li, publicada por Belacqua de Ediciones y Publicaciones, Barcelona 2007, una crónica lánguida, serena, desesperanzada, de la vida cotidiana de la clase obrera china, donde rezuma la poesía bajo la desoladora pretensión objetivista. Como en «Ladrón de bicicletas», el argumento se pliega a la insignificancia, la banalidad incluso, y es entonces cuando la existencia se revela a través del aburrimiento y la angustia en todo su esplendor. Como esas plantas que crecen en las grietas del hormigón de las autopistas.
Y para terminar, una cita de un pregón de carnaval de Fritz Heidegger que me parece que ilustra lo que he sentido con estos libros: «Enteraos bien: el hambre, la peste y la enfermedad, la guerra y la lucha y la muerte son insignificancias, son cosas relativas comparadas con el único mal grande: no haber nacido. Hay un único mal absoluto: no existir.» Lo decía en 1934, a los pocos meses del ascenso de Hitler al poder y mientras su hermano Martin planchaba la camisa parda de su uniforme.
Belén Gopegui
Santiago Alba. Leer con niños. Editorial Caballo de Troya.
Un libro delicado y brutal sobre para qué sirven los niños y por lo tanto, para qué sirve la diferencia entre lo bueno y lo malo, lo horrible y lo maravilloso. Historias sobre cómo el capitalismo produce las vidas intolerablemente.
Alberto Olmos. El talento de los demás. Editorial Lengua de Trapo.
Una novela sobre el talento y los modos de acabar con él. Una novela sobre las expectativas que no son nuestras y las que podrían llegar a serlo. ¿Por qué todos creemos saber lo que «tener talento» significa?
Gunter Anders. Hombre sin mundo. Editorial Pre-textos.
Un libro magnífico de un autor magnífico. La mejor lectura de Kafka que he encontrado. Algunas de las observaciones más inteligentes acerca de Brecht que se pueden leer en castellano.
Marta Sanz
Arde el musgo gris (Nórdica) es una novela del islandés Thor Vilhjálmsson. El lector se sumerge en una naturaleza sublime por la que transita un juez, Ásmundur, que viaja para indagar un caso de incesto y de infanticidio. El juez es el trasunto de un personaje real, Einar Benediktsson, poeta y reformador de un país que en el siglo XIX aún exhibía modos de producción y de relación medievales. Se retrata un mundo que evoluciona con lentitud y en el que chocan la tradición y el progreso, el miedo al cambio y la inquietud que asalta a cada ser humano cuando decide actuar, la clemencia y la necesidad de las correcciones. Ásmundur-Benediktsson-Vilhjálmsson siente que odia y ama a su pueblo en la misma e inquietante proporción.
Autobiografía médica (Caballo de Troya) es un texto de Damián Tabarovsky, escritor argentino nacido en 1967. Una divertida obra sobre la alienación en la que el lenguaje psicopatológico funciona como metáfora de la paranoia laboral que experimentan los individuos a lo largo de su edad productiva. La vida es el trabajo y el alma, el éxito. La enfermedad o el despido son formas de la muerte. Diagnóstico: todos estamos enfermos. Tan enfermos como el propio mundo y como la propia literatura.
En Lo puro y lo impuro (Global rythm), Colette esboza retratos de unos seres que son primero personas y, después del embalsamamiento de la página escrita, personajes: mujeres virilizadas y mujeres que aman a otras mujeres, donjuanes, adictas al opio y a los muchachos jóvenes, mujeres enamoradas de homosexuales y homosexuales enamorados de hombres con mono… referentes de lo puro, de lo impuro, del placer, de la inocencia, de la libertad en contraposición al amor, de la soledad, de la búsqueda de uno mismo que a veces pasa por someterse a una violenta metamorfosis, a un estiramiento o encogimiento en el que los senos desaparecen por debajo de la blusa o una corona de rosas adorna la cabeza del más viril de los muchachos. Cada metáfora de Collette es un modo de juzgar, certero, incisivo, bello.
A. José Domínguez
El año 2007 no ha sido pródigo en títulos memorables, pero para recordar, regalar y leer podemos señalar las siguientes novelas: El padre de Blancanieves de Belén Gopegui y Crematorio de Rafael Chirbes. Ambas inciden desde puntos de vista diferentes en la realidad, con lo que estamos ante un debate no sólo literario sino también político. Otros dos libros interesantes, como testimonios históricos, son la memoria de Marcos Ana, Dime cómo es un árbol, y Poeta en la guerra y cronista para la paz del poeta argentino Raúl González Tuñón, libro que recoge las crónicas periodísticas como corresponsal en la Guerra Civil española.