Saudí Telecom Company ha anunciado la compra de una participación del 9,9% de Telefónica por un importe total de 2.100 millones de euros y se ha convertido en su primer accionista. Es un movimiento habitual en el capitalismo financiero, aunque tiene la peculiaridad de que esta empresa está en manos de la familia real de Arabia Saudí. Y eso ha generado revuelo.

Sin embargo, el problema no es que Arabia Saudí compre casi el 10% de Telefónica. Lo malo es que esto puede ocurrir porque Felipe González y José María Aznar malvendieron el 31,86% que tenía el Estado en esta estratégica empresa que jamás debió de ser privatizada.

Además, hay que resaltar que fue un negocio ruinoso para ti y para mí porque hemos perdido en la operación casi 24.000 millones hasta ahora.

Y de aquellos polvos, estos lodos.

Según mis estimaciones, el Estado obtuvo 6.139 millones de euros entre ingresos en las privatizaciones y «ahorros» por no tener que dedicar recursos a ampliaciones de capital de Telefónica en los siguientes años.

¡Qué bien! Vendimos las joyas de la abuela para reducir el déficit.

Pero no es así. Porque desde la privatización total, Telefónica ha tenido un beneficio neto de 95.058 millones y ha repartido a sus accionistas en dividendos el 66% de esta cifra, 62.781 millones. De ese importe, el 31,86% habría sido para todas y todos si no la hubiésemos malvendido. Más de 20.000 millones habríamos percibido por la participación del 31,86% que PSOE y PP privatizaron entre 1995 y 1997.

Hay quien dirá, como el bipartidismo en su momento, “que nos hacía falta el dinero”. Tampoco es cierto que vender las participaciones estratégicas en las empresas públicas era la mejor solución. El coste de la deuda para sufragar esos fondos que entraron en la hacienda pública hubiera supuesto unos 4.213 millones de euros. Casi 5 veces menos que los ingresos financieros obtenidos vía dividendo de Telefónica hasta 2023. Podría decirse que el “préstamo” nos ha costado un riñón.

En definitiva, además de un problema a la hora de controlar sectores estratégicos para nuestra economía, privatizar empresas públicas como Telefónica ha sido económicamente un disparate total. Las gentes de IU y Julio Anguita lo denunciamos entonces y lo seguimos diciendo ahora.

Por eso es fundamental revertir las privatizaciones y externalizaciones en sectores estratégicos. Es la forma de incidir en la orientación económica y así lo indicábamos en la aportación que Izquierda Unida ha hecho al programa de #Sumar con el que hemos concurrido a las recientes elecciones generales.

(*) Profesor de Economía Aplicada UCM; responsable elaboración programática IU